AMÉRICAS

Israel: más allá de un Estado judío

El país no sólo se ubica en un lugar geográfico que le es hostil, también se ubica -usando la causa sionista- en los centros de importancia financiera para supervisar su supervivencia

Israel: más allá de un Estado judío

Israel es el único Estado judío del mundo. Y más allá de su incidencia como país, y cómo un actor relevante de la tensión existente en Medio Oriente, Israel puede ser visto como el símbolo de un poder mundial controlado. Un poder mundial que basa su estrategia en los grupos minoritarios de origen judío, quienes conforman una estructura “ordenada y bajo mismos principios” que controlan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del planeta, así lo asegura el presidente de Republicans Abroad en España, James Levy.

Israel cuenta con una población no superior a los diez millones de habitantes y es uno de los países más pequeños en territorio. Sin embargo, tiene una influencia que afecta a gobiernos, países, sistemas económicos productivos, bancos centrales, centros financieros, arsenales nucleares y complejos militares industriales alrededor del mundo. Y aunque parece una exageración, sólo basta ver el directorio de las 50 empresas más grandes del mundo y de los bancos más poderosos, y el factor común es que los cargos directivos más importantes son controlados por personas de origen judío.

Estos ejecutivos se convierten así, para el caso estadounidense, en el sector que hace lobby más grande: el lobby sionista. Dicho grupo sostiene y legitima la existencia de Israel, no sólo como un Estado rodeado de países árabes en Medio oriente, sino como un país exportador de capital humano y un centro de innovación global. El sector defensa, agroindustrial y financiero puntean como innovadores a nivel global según las publicaciones más recientes de GPS World, la Universidad de Haifa, el Technion y la Universidad Hebrea de Jerusalén, estos últimos siendo quienes lideran las publicaciones y las patentes en el tema.

La agenda política definida por judíos

A este lobby de presión, que no sólo actúa en el sector privado sino gubernamental, también se le atribuye el objetivo estratégico permanente de imponer la agenda militar y los intereses políticos y geopolíticos del gobierno y el Estado de Israel en la política exterior de EE. UU., asegura Levy. Además, Levy dice que este lobby influye en las decisiones que le incumben no sólo a la región sino con otros lugares geográficos.

En el caso estadounidense, que es el lugar donde la notoriedad del tema es relevante, el lobby pro-israelí trabaja en todos los escalones del poder institucional estadounidense: Casa Blanca, Congreso, Pentágono, Departamento de Estado, CIA y agencias de la comunidad de inteligencia, entre los más importantes. Dicha información es verificable al mirar los grupos contractuales que mayores lazos tienen con el gobierno estadounidense, así como también los orígenes de las personas que gozan de un buen estatus laboral. El resultado: la población judía se logró inmiscuir profundamente en los círculos de poder más privados de la agenda política estadounidense.

El sector financiero como arma central

Realmente el músculo del lobby pro-israelí está en su poder financiero, pues por medio de este se ejerce influencia directa en la política interna y externa de Estados Unidos. Además, son los líderes de los grupos más importantes quienes deciden la financiación de los partidos políticos, de los candidatos, ya sean locales o federales e incluso presidenciales. También su centro de poder está localizado en el centro financiero más importante: Nueva York. Los bancos, en los cuales los judíos predominan en puestos directivos y gerenciales, tienen su centro de operación en Wall Street, así como en los países más relevantes del sector financiero: Reino Unido, Francia, Alemania, Japón, México.

Bajo esta idea de poder económico, los judíos han logrado beneficiar al Estado israelí al otorgarle músculo en áreas donde no solo la fuerza es importante, incluso en una región donde la hostilidad es cotidiana.

 

Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella

Copy edited by Diana Rojas Leal

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