AMÉRICAS

La crisis de los 40.000 Africanos en Israel

La crisis de los migrantes africanos en Israel ha aumentado de intensidad desde que Benjamin Netanyahu declaró el pasado mes de noviembre que deportará a los más de 40.000 africanos que se encuentran hoy en día en territorio israelí viviendo en centros de acopio y campamentos de refugiados mientras buscan asilo político en esta nación.

Adicionalmente, el primer ministro israelí declaró el cierre del famoso centro de detención Holot donde miles de migrantes se encuentran a la espera de aclarar su estatus migratorio.

Netanyahu, que ha debido enfrentar la crisis de migrantes desde hace años, ha aprobado la expatriación de cerca de 40.000 africanos que tienen un plazo de tres meses para salir voluntariamente del país o, de lo contrario, serán deportados por el estado israelí.

De acuerdo con el mandatario, la política hacia los ‘infiltrados’ basada en la defensa del estado judío tiene tres etapas que incluyen la disminución del flujo de migrantes (que ha sido posible a través de normativas regulatorias y la cerca construida en la frontera) y la eliminación de los ‘infiltrados’ en el país (etapas 2 y 3). Adicionalmente, el primer ministro ha indicado que un acuerdo internacional se ha conseguido, lo que le permite a su gabinete autorizar las deportaciones de africanos a otros países con una especie de apoyo de la comunidad internacional.

Si bien una de las grandes dudas recae en dónde irán a parar estos migrantes; el pacto internacional mencionado por Netanyahu parece involucrar a Rwanda y posiblemente a Uganda, por lo que los migrantes no deberán necesariamente regresar a sus países de orígen donde los esperan mayores problemas. De acuerdo con un informe de Human Rights Watch (HRW), el peligro que asumen estos expatriados es muy alto, pues en países como Sudán la pena de cárcel por haber pisado suelo israelí es de al menos 10 años.

En el camino de las tres etapas presentadas por Netanyahu se encuentran la creación del muro fronterizo con Egipto y el recrudecimiento de las políticas migratorias, pero también el informe redactado al 31 de diciembre de 2017 por la Administración para el Cruce de Fronteras, Población y Migración, según el cual ningún inmigrante ilegal entró a Israel durante el 2017. Esto representa, basado en la información de las autoridades locales, un punto de quiebre en la lucha contra la Inmigración ilegal que parece estar tomando su curso, si bien existen en el país alrededor de 40.000 ‘infiltrados’ que serán deportados en los próximos meses.

El mismo domingo 31 de diciembre, los Ministros del Interior y de Seguridad Pública, Aryeh Deri y Gilad Erdan estuvieron de acuerdo en iniciar el cierre del centro de detención Holot, como lo había indicado anteriormente Benjamin Netanyahu.

Según el Ministro Erdan, “estamos cerrando Holot para enviar un mensaje claro a los inmigrantes ilegales: el Estado de Israel está enfocado en devolver la normalidad a la vida de los habitantes del sur de Tel Aviv, y en remover las decenas de miles de inmigrantes ilegales a lo largo del país”.

¿De dónde vienen estos migrantes?

El éxodo de africanos provenientes, en su mayoría, de Sudán y Eritrea inició a principios del 2000 debido a la situación política en dichas naciones y ha ido aumentando con los años. Las primeras oleadas de sudaneses y eritreos a Israel se remontan al año 2006 y, si bien el gobierno israelí ha tomado diferentes medidas de contención como el muro creado en la frontera con Egipto,los migrantes siguen cruzando mientras huyen de los abusos en su país de origen.

De acuerdo con Gerry Simpson, Director Asociado del Programa de Derechos de Refugiados de HRW y el reporte de esta organización sobre la situación, los miles de sudaneses y eritreos que se encuentran hoy en día en Israel viven en un limbo en el que se les niega la condición de asilados políticos por ser considerados una amenaza contra el estado judío; se les presentan las opciones de vivir en un centro de detención en el desierto o regresar a sus países de origen. De hecho, en Israel estos migrantes son considerados ‘infiltrados’ y se les asocia con las oleadas de crímenes en ciudades como Tel Aviv.

 

Latin American Post | Laura Delgado

Copy edited by Susana Cicchetto

 

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