ANÁLISIS

Al diablo con Venezuela

En la parrilla noticiosa de los distIGNORE INTOs medios de comunicación, es indiscutible Venezuela. Que pereza esas noticias.

Al diablo con Venezuela

Muchos fueron los nuevos y sigilosos controles para el paso de la frontera con Colombia, éstas se modificaron de una manera más estricta; con esta nueva modalidad, se ha evitadoel paso de unos cientos de venezolanos más a Colombia.

La actual Venezuela es vista como el lugar negro de Latinoamérica, y ahora es cuando nadie recuerda de los incautos que aplaudían este modelo económico. Hoy por hoy, la amnesia es total , solo los medios masivos de comunicación, han continuado con la lucha anti gobierno venezolano, obviando las órdenes del cono americano.

Es de razonar la manera que ingresan a nuestro país los nuevos inmigrantes venezoloanos, la gran hazaña a la que se enfrentan, que, desde su territorio intentan adentrarse a nuestro país, recorriendo la geografía colombiana. De ahí comienza esta aventura para estos seres que ansían una estabilidad laboral y económica.

Ya, en suelo colombiano dejando atrás sus sentimientos, sus familiares, el dejarlo todo por el todo, con la obligada nostalgia que apresa dejar atrás su país, porque atados a su patria tienen que desligarse de ella. En busca de un impredecible futuro.

Lo que me inquieta con este tema es que algunos colombianos padezcan de alzheimer, que estos trastornos se presenten en la gran mayoría de compatriotas; porque si contextualizamos el tema de migración entre estas dos naciones, en la década de los 50, 60, 70 y 80 ; los colombianos se desplazaron hacia el hermano y vecino país; el conflicto armado, la facilidad de mercancías al estilo contrabando, la gran modalidad de trabajar con petróleo, la asequibilidad de oportunidades laborales y económicas; fueron algunas de las razones álgidas y llamativas para motivar al colombiano inmigrante.

¿Será que los venezolanos mostraron xenofobia en esta inmigración? Pues bien, lo que se puede afirmar a esta pregunta es que los anfitriones fueron garantes en suplir las necesidades del visitante. Redondeando este tema, se puede concluir que estos señores anfitriones nos acogieron brindándonos su apoyo incondicional; muestra de ello fueron los miles de colombianos que se quedaron allá, los que decidieron rehacer su vida, siendo un ciudadano más, siendo un venezolano más.

Ahora bien, si aterrizamos a la realidad, y nos detenemos en la situación que afrontan hoy en día los inmigrantes venezolanos; se refleja un cuello de botella donde las especulaciones, rumores y comentarios incongruentes resaltan de alguna manera, y utilizando términos despectivos y denigrantes sobre sus necesidades  y afán por sobrevivir, porque estos son sometidos a prolongadas horas laborales, o, en algunos casos de manera intuitiva comercializan productos. Porque ellos son humanos, porque el mismo flujo sanguíneo que ellos tienen, lo tenemos los colombianos; porque ellos son más que unos apelativos: “Venecos”; porque no son coletos, no son putas, no son maricos, no son coños de la madre; son nuestros hermanos.

Entonces, de nuestra parte está persistir con alzheimer, o si es otro el contexto, ignorar su problemática y seguir dando opiniones desdeñosas. Porque esto no es solo Colombia, porque los límites y fronteras son imposiciones de los gobiernos, porque esos terrenos no son de ellos, porque la nación es del pueblo, de los que nacimos aquí, de los que nacieron allá. Porque para el mundo: esta tierra es inmarcesible.

 

Latin American Post | Carlos Andrés Portillo 

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