Entretenimiento

“No hay que estar identificado con el poema para entenderlo o sentirlo”: Eliana Maldonado

A través de sus poemas, la escritora colombiana Eliana Maldonado nos invita a reflexionar sobre esas memorias que forman parte de nuestro pasado, mirada y sensibilidad frente a la vida

"No hay que estar identificado con el poema para entenderlo o sentirlo": Eliana Maldonado

Eliana Maldonado reflexiona en su poesía sobre el cuerpo y el erotismo, la ciudad y sus contrastes, y la búsqueda del sujeto en su camino hacia otras geografías. Esto se evidencia en obras como Bajo la piel (2007), Lunas de sombra (2010), Hacía el pacífico (2015), Cartografía de la lluvia (2016) y El pozo de la infancia (2018). Además, la autora tiene obras publicadas en Historias que no son cuento: experiencias de lectura y escritura de Medellín (2014), Poesía colombiana del siglo XX escrita por mujeres (2014) y en Ellas escriben en Medellín (2017). También ha publicado en varias revistas dentro y fuera de la ciudad, y ha participado en festivales nacionales e internacionales con sus poemas que han sido traducidos al inglés y al portugués.

LatinAmerican Post habló con la poeta colombiana, quien nos cuenta sobre su proceso de escritura.

Al leer tus poemas en Lunas de sombra, uno descubre temas como la violencia, la ciudad, la soledad, entre otros tópicos. ¿Por qué elegiste estos temas? ¿Es tu poesía autobiográfica?

Lunas de sombra es un compendio de poemas de temas sociales: la ciudad, la violencia… sobre todo una poesía que se llama Ladrillos rojos. A medida que voy creciendo desde lo literario, voy saliendo de mí para mirar afuera, porque indiscutiblemente el medio en el que vives te afecta a tal punto que termina permeando la escritura. La segunda parte del libro habla de Eliana, en esa época pasaba por una crisis física y psicológica, mi madre había muerto y años después yo estaba haciendo el duelo. Los temas giran alrededor de mí, me tocan y voy escribiendo. Ese libro es una suma de situaciones.

¿La poesía llega espontánea o buscas su música e imágenes a través de lecturas o vivencias?

Indudablemente, las lecturas a lo largo del tiempo van modificando la forma de escribir, las perspectivas sobre lo que sucede y una temática especial que se desea tratar. En El pozo de la infancia primero llegó el título, estaba claro cuál era el objetivo, hubo incluso una investigación con los niños de la comuna y con los compañeros que quisieron contarme sus historias de vida. Ahí está desde esa inspiración que llega por estar inserto en el mundo hasta esa intencionalidad, esa búsqueda juiciosa y académica.

Tu libro Hacia el pacífico revela un sutil erotismo que plantea el encuentro entre los cuerpos y las almas, la sal y el océano. ¿Estos poemas cuestionan la vida y el amor?

Yo creo que más el amor. Hacia el pacífico fue un libro que escribí en seis meses, en ese contacto con el pacífico peruano, con el mar de Lima, un mar de rocas basálticas, un mar de acantilados, un mar frío, no para nadar, sino para observar y escuchar. Estoy en otro país, sin mi familia, para reconocerme como sujeto independiente, que ama y quiere, pero que también es autónomo. Los poemas son un regreso a mí, no como madre, sino como Eliana, en ese encuentro con la cultura quechua que marca mi vida.

Te puede interesar: Entrevista con Juan Fernando Hincapié: "Cuando escribí esta novela… pensé, ¿por qué no en inglés?"

¿Es El pozo de la infancia un ejercicio catártico en el que evocas hechos pasados para sanar y olvidar, o es una invitación a reflexionar sobre la infancia?

El pozo de la infancia empieza como un ejercicio catártico. Mi infancia fue relativamente bella, acompañada por unas tías amorosas, pero también estuvo marcada por la violencia de la época de Pablo Escobar, se escuchaban bombas y voces: "¡Ay qué pesar!", "¿Quién sabe cuántos murieron?" Yo vivía en el barrio Belén, asesinaban a alguien y los chicos salíamos corriendo a ver el muerto, pero ningún adulto nos explicó que era una época difícil, que la vida no tenía que ser así y que el mundo podía ser otro. ¿Dónde está la reflexión sobre esa violencia visual y auditiva? Entonces quiero sacar lo que me pasó a mí, porque no quiero seguir cargando ese pozo de la infancia, un ejercicio para que no olvidemos que eso no se puede repetir.

En Huellas de viaje, una semblanza publicada en la revista La Guardarraya por Carolina Gallón: “En cada libro no hay sólo los ojos de un ser. A través de su autora las vidas y las visiones de muchos se hacen poema y prosa”. ¿Estás de acuerdo con esta apreciación? ¿Consideras que los lectores pueden sentirse identificados con tus obras?

Carolina es mi mejor amiga, ella conoció muchos de los personajes que viven allí. No hay historias sobre ella, pero sí fue testigo de cómo otras personas traían a mí esas memorias de sus vidas y yo terminaba escribiéndolas. ¿Si considero que los lectores se pueden sentir identificados? En París me pasó, después de la presentación del libro, una señora se me acercó llorando, me abrazó y me dijo que había vuelto al país del que huyó. Así que puede haber personas que se identifican o quizá sientan algo, porque no hay que estar identificado con el poema para entenderlo o sentirlo.

¿Qué despierta tu sensibilidad como escritora? ¿Cuáles son esos temas que te obsesionan y esperas convertir en poesía?

Para escribir hay que ser un buen observador, un fisgón de la vida de los otros y de la vida en general, del clima, las sensaciones, del frío y del calor, porque uno de los objetivos del escritor no es decirle al otro que debe sentir, sino hacerlo sentir. Tengo un libro pendiente con historias de mi padre y otro tema desde el psicoanálisis, son esas obsesiones de los seres humanos que giran alrededor del padre, la madre, el loco, el rey, la amante.

 

LatinAmerican Post | Claudia Patricia Acosta Aguilar

Copy edited by Diana Rojas Leal

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Botón volver arriba