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Política en Colombia: entre el amor y el odio

Representantes de la política colombiana han experimentado extremos emocionales durante algunos eventos públicos

Política en Colombia: entre el amor y el odio

En recientes oportunidades, la política colombiana se ha visto permeada por el inconformismo de los ciudadanos. Sin embargo, dicho rechazo ha dado pie, en diversas ocasiones, a permitir la aparición de la violencia como forma de protesta y crítica.

Ejemplo de ello son los movimientos civiles que se han visto en contra de personajes como Rodrigo Londoño, más conocido como ‘Timochenko’, líder principal del partido de la FARC, y uno de sus mayores contrincantes en la realidad diplomática de Colombia: Álvaro Uribe Vélez.

La política del ‘odio’

Ambos, durante las campañas previas a la elección del Congreso y la Presidencia colombiana, vieron como cientos de colombianos protestaron en su contra.

En el caso de Timochenko, la muestra más clara de oposición a su candidatura como primer mandatario del país ocurrió a principios del mes de febrero de este 2018 en Armenia (Quindío). El exguerrillero iba a la ciudad del occidente del país con la intención de iniciar su campaña. No obstante, los habitantes de dicha ciudad no fueron ajenos a su presencia y, con palos, piedras y ofensas, pidieron la salida de Londoño de allí. Lo mismo ocurrió en Cali.

De hecho, fue tal el rechazo que miembros de la fuerza pública – conocidos como el ESMAD- tuvieron que intervenir en las protestas con el fin de salvaguardar la vida del ‘nuevo’ político; en el fondo se escuchaban cánticos como “Asesino” y “No a la impunidad”.

Es claro que sus días como combatiente de las FARC han pasado factura a Timochenko, pues, aunque se haya firmado un Acuerdo de Paz con el Gobierno Nacional, los colombianos recuerdan con dolor -tal y como lo informó el Centro de Memoria Histórica-  las 343 masacres, los más de 24 mil secuestros y demás actos de terrorismo que esta guerrilla tuvo a su haber durante más de 50 años de guerra.

Pero, en el conflicto colombiano no solo habían dos combatientes y los paramilitares son muestra de ello. Durante los años 80 y 90, se crearon grupos armados cuya ideología era contraria a la de las guerrillas que por aquellos existían en el país (M19, FARC, ELN, entre otras).

Sin embargo, para Colombia no es ajeno el daño que grupos paramilitares como las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Fue el mismo Centro de Memoria Histórica quien recogió los cientos de testimonios y vivencias que relataron las víctimas colombianas y logró explicar que, de 220 mil colombianos asesinados, más de 16 mil cayeron en manos de los grupos armados de la extrema derecha colombiana.

Pero, ¿por qué hablar de los paramilitares? El hoy senador Álvaro Uribe Vélez ha sido fuertemente criticado por cientos de colombianos por los supuestos nexos que tiene con estos grupos armados.

Hace algunas semanas, la justicia colombiana relacionó a Uribe con las masacres perpetradas por paramilitares en El Aro y La Granja durante la década de los 90. Además, se le ha señalado de apoyar la creación de grupos como Las Convivir y Los Doce Apostóles, este último en compañía de su hermano Santiago Uribe.

Asimismo, de acuerdo a información de la Fiscalía General de la Nación, existen audios que lo comprometen con la compra de testigos falsos para declarar en contra del también senador, Iván Cepeda. El representante del Polo Democrático fue quien abrió la discusión en el Congreso de la República acerca de Uribe y su intervención con la ‘parapolítica’ colombiana.

Es por esto que las incesantes investigaciones en contra del expresidente, este no ha sido bien recibido en algunas partes del país como Tunja y Popayán. En dichos lugares, manifestantes (la mayoría jóvenes) han salido a marchar en contra de los ideales y pasado de Uribe.

“Uribe, paraco, el pueblo está berraco”, es uno de los gritos que se escucharon durante el recorrido del expresidente en Popayán.

Incluso, con el fin de mostrar la inconformidad, estudiantes de la capital del Cauca participaron en choques con la policía de la ciudad, el pasado 2 de marzo. En dichos conflictos, resultaron cinco heridos.

¿Amor extremista?

No obstante, dichos personajes no son netamente odiados en un país donde el caudillismo se hace latente entre los simpatizantes de las extremas políticas.

Por el caso del debate Cepeda-Uribe, la Corte Suprema de Justicia acusó al jefe del Centro de Democrático de manipulación de testigos, por lo que lo llamó a declaratoria. En su llegada al recIGNORE INTO judicial, un grupo de simpatizantes lo acompañaron hasta la entrada, mientras entonaban el himno nacional de Colombia y vociferaban cánticos de apoyo hacia él.

De la misma forma, durante el evento del inicio de campaña, Timochenko recibió la atención y aplausos de decenas de habitantes de la localidad de Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá. Allí, en una de las zonas más vulnerables de la geografía bogotana, el líder de la FARC anunció sus propuestas y proyectos como posible presidente de la República; así como las opciones de este nuevo partido para el Congreso.

Así queda en entredicho el imaginario de la política colombiana. Entre amores y odios, los representantes del poder colombiano se mueven entre la pasión que puedan tener sus seguidores; o el imponente rechazo que demuestran sus más acérrimos contradictores.

 

Latin American Post | Christopher Ramírez Hernández 

Copy edited by Susana Cicchetto

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