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Jurado de Nueva York condena a venezolano por tráfico importante de cocaína

Carlos Orense, acusado de sobornar a altos funcionarios venezolanos, fue declarado culpable por un jurado federal de Nueva York por cargos de tráfico de miles de kilogramos de cocaína a Estados Unidos y posesión ilegal de armas .

Departamento de Justicia de los Estados Unidos

Foto de : iStock

Latin American Post Staff

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Una condena revela una red de corrupción

En un caso que pone de relieve la compleja interacción del narcotráfico internacional, la corrupción política y las tensas relaciones diplomáticas, Carlos Orense, un hombre acusado de aprovechar sus conexiones con líderes políticos y militares venezolanos de alto rango, ha sido condenado en Nueva York. El jurado federal lo declaró culpable de tres cargos, incluido tráfico de drogas y posesión criminal de armas, después de un juicio de dos semanas. Este veredicto marca un avance significativo en la lucha actual contra los cárteles internacionales de la droga y arroja luz sobre el turbio submundo del tráfico de drogas ayudado por la complicidad política.

A pesar de declararse inocente y de ser retratado por su abogado defensor como un empresario legítimo involucrado en los sectores agrícola y petrolero de Venezuela, la condena de Orense pinta un panorama diferente. Según Damian Williams, el principal fiscal federal de Manhattan, Orense "se asoció con funcionarios gubernamentales y militares corruptos de alto rango en Venezuela y empleó un arsenal de armas de alto poder para proteger su organización de distribución de cocaína". Esta declaración subraya la profundidad de las supuestas actividades criminales de Orense y sus supuestas conexiones dentro del establishment venezolano.

Testimonio revela supuestas conexiones

Clave para el caso de la fiscalía fue el testimonio de un ex colaborador de Orense, Antonio Arvelaiz. Las declaraciones de Arvelaiz ante el tribunal proporcionaron un relato detallado de cómo Orense supuestamente utilizó sus vínculos con figuras influyentes de Venezuela, como el ex jefe de inteligencia militar Hugo Carvajal y el general retirado Clíver Alcalá, para facilitar el transporte de grandes cantidades de cocaína a través del territorio venezolano. Según el testimonio, estas operaciones involucraron exportaciones encubiertas por aire y mar, evadiendo efectivamente la detección.

La complejidad de la red de Orense quedó aún más resaltada por las acusaciones de que un ex director ejecutivo de Citgo Petroleum, una refinería de petróleo estadounidense de propiedad venezolana, ayudó a Orense a lavar dinero del narcotráfico a mediados de la década de 2000. Aunque Citgo se ha negado a hacer comentarios, estas acusaciones apuntan a las implicaciones potencialmente de largo alcance de las actividades de Orense, afectando incluso a corporaciones con sede en Estados Unidos.

Las ramificaciones de este caso se extienden más allá de Orense y sus actividades criminales. Estados Unidos ha acusado durante mucho tiempo a funcionarios venezolanos de complicidad en el tráfico de drogas. Esta acusación ha contribuido a la tensa relación entre Washington y la nación miembro de la OPEP, gobernada por socialistas. La condena de Orense, por tanto, añade otra capa a las ya complejas tensiones diplomáticas entre ambos países.

Testimonio revela supuestas conexiones

En particular, Hugo Carvajal se declaró inocente de otros cargos de tráfico de drogas en Estados Unidos, mientras que Clíver Alcalá admitió a principios de este año haber proporcionado asistencia material a los rebeldes de las FARC de Colombia. Estas batallas legales en curso indican la amplitud del desafío que enfrentan las autoridades estadounidenses mientras buscan desenredar y procesar la intrincada red de operaciones de narcotráfico vinculadas a funcionarios venezolanos.

El telón de fondo de este drama legal es la acusación de 2020 del presidente venezolano, Nicolás Maduro, por cargos de "narcoterrorismo" de Estados Unidos, que ha denunciado como falsa y racista. La acusación de Maduro, junto con la condena de Orense, refleja los problemas profundamente arraigados en juego en la relación entre Estados Unidos y Venezuela, particularmente en lo que respecta al tráfico de drogas y sus supuestos vínculos con los niveles más altos del gobierno venezolano.

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La condena de Carlos Orense en Nueva York es más que un simple veredicto legal; es un claro recordatorio de la actual lucha mundial contra el tráfico de drogas y los complejos desafíos que plantea. El caso pone en primer plano la presunta participación de funcionarios venezolanos en estas actividades ilegales y las implicaciones más amplias para las relaciones internacionales y las tensiones diplomáticas. Mientras Estados Unidos continúa investigando estos casos, el mundo observa de cerca, entendiendo que la batalla contra el tráfico internacional de drogas requiere un esfuerzo incesante, cooperación y una disposición para enfrentar y desmantelar redes de crimen y corrupción profundamente arraigadas.

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