Bienestar

130 millones de latinoamericanos no pueden costearse una dieta saludable

De acuerdo con un informe reciente de las Naciones Unidas, América Latina y El Caribe es la región del mundo con la dieta saludable más costosa. ¿Por qué sucede esto y cuáles son las implicaciones para la población?

plato de comida saludable

Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | María Fernanda Ramírez Ramos

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Se estima que, alrededor de 130 millones de las personas que viven en América Latina no puede pagar por una dieta saludable. Esta cifra ha aumentado en 8 millones desde el 2019. El conflicto en Ucrania es una de las principales razones por las cuales ha incrementado el precio de los alimentos. Estos datos fueron divulgados en un nuevo informe de las Naciones Unidas titulado “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2022”.

De acuerdo con las mediciones sobre el cumplimiento de las metas trazadas a 2030, “el hambre, la inseguridad alimentaria, el sobrepeso infantil y la obesidad en adultos están empeorando. Los únicos avances recientes a nivel regional hacia las metas de nutrición para 2030 han sido en el ámbito de la lactancia materna exclusiva entre los menores de seis meses y el retraso del crecimiento infantil”. Este último indicador quiere decir que los niños y niñas desarrollan el peso y talla adecuados para su edad. Asimismo, se encuentra una relación entre el nivel de ingresos del país, la incidencia de la pobreza y el nivel de desigualdad, que a su vez impactan en los alimentos a los que puede acceder la población.

130 millones de latinoamericanos no pueden costearse una dieta saludable

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Comer saludable es costoso 

Es paradójico pensar en que una de las regiones del mundo con mayor capacidad para la agricultura se presenten tantas amenazas para la seguridad alimentaria. No obstante, se trata de una realidad que requiere de cambios estructurales para transformarla y potenciar la capacidad de producción de alimentos de América Latina y El Caribe. Asimismo, es necesario que dichos cambios estén diseñados para garantizar el acceso a una nutrición de calidad a la población.

La incapacidad para costear alimentos sanos “afecta particularmente a las poblaciones vulnerables, como los pequeños agricultores, mujeres rurales y poblaciones indígenas y afrodescendiente, las cuales destinan un mayor porcentaje de ingresos a la compra de alimentos”, explicó Rossana Polastri, directora regional del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, en un comunicado de prensa. La falta de una dieta saludable está asociada con “el hambre, el retraso del crecimiento en niños y niñas menores de cinco años y la anemia en mujeres de 15 a 49 años”, señala el informe

Sin embargo, dentro de la misma región hay importantes contrastes. El Caribe es la zona más afectada, pues se estima que un poco más de la mitad de la población (52%) no puede costearse la alimentación sana. En el caso de Mesoamérica, la cifra es del 27,8% y en América del Sur es de un 18,4%.  

¿Qué se considera una dieta saludable? 

Una dieta saludable es aquella que incluye los nutrientes y micronutrientes necesarios para un óptimo desarrollo, así como una cantidad adecuada de calorías para suplir las necesidades de cada edad y condición. De acuerdo con la OMS y la FAO, las dietas saludables tienen como base los alimentos no procesados o mínimamente procesados. Esto incluye un consumo de mínimo 5 porciones de frutas y verduras al día. “En términos de nutrientes, una dieta se considera saludable cuando el aporte de grasas totales no supera el 30% de las calorías consumidas, el de grasas saturadas no supera el 10% y el aporte de sodio es menor a 2 gramos diarios (equivalentes a 5 gramos de sal)”, señala el informe. Asimismo, agrega que en una dieta saludable debe haber un bajo consumo de alimentos y bebidas altamente procesadas, con grasas trans y azúcares añadidos. 

Sin embargo, cómo lo hemos señalado, tener acceso a este tipo de dietas no es una realidad para millones de personas. Por una parte, existe un grupo de la población que, por sus ingresos, ni siquiera alcanza a satisfacer el consumo mínimo de calorías, ni hablar de nutrientes. A esta situación se suma que, en muchos casos, los alimentos más económicos, y que más sacian de forma inmediata, son aquellos con bajo aporte proteico, de nutriente, vitaminas y fibra. Así, se consume un exceso de carbohidratos. En este sentido han sido criticados muchos gobiernos, pues las canastas básicas de alimentación que entregan a las familias más pobres monetariamente suelen incluir alimentos para saciar el hambre, pero no necesariamente para cumplir con los requisitos nutricionales saludables. 

¿Cuáles son los desafíos?

Mario Lubetkin, subdirector y representante regional de Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en América Latina y el Caribe, indicó que es necesario implementar medidas que garanticen la transparencia de los precios de los alimentos en el mercado. Asimismo, sugiere “crear incentivos para la diversificación de la producción de alimentos nutritivos dirigidos principalmente a la agricultura familiar y los productores y productoras de pequeña escala”. Por otra parte, es fundamental mejorar la alimentación escolar y focalizar transferencias en efectivo puntuales para mejorar la nutrición de las familias que más lo necesitan.

Respecto a la alimentación escolar, para muchos menores de edad, es la única comida que pueden recibir. Sin embargo, es un área que con frecuencia descuidan los gobiernos y en la que, cada tanto, se destapan escándalos de corrupción. La otra cara de la moneda también muestra un incremento en la obesidad y el sobrepeso, que también son reflejo de una nutrición inadecuada.

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