AMÉRICAS

Así fue como Uruguay redujo la informalidad. Un ejemplo para América Latina

El empleo es una de las principales bases para tener una estabilidad económica, lo que conlleva a mejorar la calidad de vida individual y colectiva. Sin embargo, gran parte de la sociedad latinoamericana se encuentra en la informalidad, la cual se ha mantenido estable y al alza en varios países, a excepción de unos casos atípicos como el de Uruguay.

empleo informal

Foto: La Opinión

LatinAmerican Post | David García Pedraza

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La empleabilidad, formal e informal, es el motor económico de los países para incrementar su riqueza. No obstante, un trabajo con todas las prestaciones parece ser un privilegio en las sociedades latinoamericanas, que muy pocos pueden obtener. Los individuos se enfrentan a problemas diariamente para ser aceptados en una vacante, bien sea por la edad, la falta de estudios profesionales, la carencia de experiencia o por métodos de contratación corrupta. Debido a estos inconvenientes, la única opción es recurrir a la informalidad.

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Durante época electoral, las políticas laborales se convierten en un común denominador. Las promesas de los candidatos suenan atractivas hasta que llegan a la presidencia y el tema del empleo es complejo de manejar. En la región, al fenómeno de la informalidad se le suma el del desempleo, y con estos dos fenómenos, la población carece de seguridad social, educación y estabilidad económica, lo que incrementa los niveles de violencia y desigualdad de las naciones.

La informalidad como modelo de vida en América Latina

Los países de América Latina se encuentran en números rojos en informalidad a nivel mundial. En el caso de Colombia, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la informalidad representa el 58,2% de los trabajadores del país. Se trata de más de la mitad de la población apta para trabajar, al igual que en México, donde alcanza el 55,2%, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía INEGI. En Brasil, el país más poblado de Latinoamérica, 38,8 millones de personas se encuentran trabajando de manera informal, lo que representa el 38,9% de las personas que laboran, y en Argentina la cifra es del 27,3%, según el  Instituto Nacional de Estadísticas INE.

Tener a buena parte de la población en la informalidad ocasiona que, en un futuro, esos individuos no reciban una pensión que les asegure una vejez con las mínimas condiciones vitales, tampoco tener un ahorro, como las cesantías, al momento de quedarse sin empleo, y tampoco acceder a un buen sistema de salud. Esto crea problemas sociales que pueden afectar la pobreza de la población mayor y un mayor gasto subsidiado para pagar la salud pública, por ejemplo. 

¿Efecto de la COVID-19 o problema de vieja data?

Según los comparativos entres las cifras anteriores y las de 2019, en prepandemia, Colombia tenía una informalidad del 47,6%, México del 56,2%, Brasil del 41,6% y Argentina del 49,3%. A pesar de que la población apta para trabajar aumenta con el paso de los días, es notorio que en México, Brasil y Argentina la informalidad disminuyó, mientras en Colombia aumentó.

Incluso, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo, del 2015 al 2019 se redujo la informalidad en Paraguay, Perú y Guatemala; se mantuvo en Colombia, México y Uruguay; y aumentó en Brasil, Argentina, Ecuador y Panamá. Esto demuestra que la COVID-19 no fue el responsable mayor de la informalidad con la que actualmente cuenta la región latina.

Cabe destacar que en países como Perú, Argentina y México, más del 70% de los empleos generados en el punto más crítico de la pandemia en 2020 fueron de carácter informal, y poco más del 50% de los mismos fueron generados en Chile y Costa Rica. Como conclusión, la OIT argumenta que el trabajo informal es el modelo laboral que más se ha recuperado luego del confinamiento.

El privilegio de la seguridad social

Los aportes a la pensión y a la salud se logran en buena medida por medio del empleo formal, un modelo laboral que asegura estabilidad económica y mejoramiento de la calidad de vida. A pesar de que hay población que se emplea bajo esta forma, son minoría en América Latina.

En Colombia, según el DANE, cerca de 10 millones de personas realizan sus aportes para salud y pensión, frente a los cercanos 13 millones de personas que se encuentran en informalidad. En México, según el IMSS21,3 millones de personas cuentan con empleo formal, solamente en el 2022 se crearon 752 mil puestos de trabajo con esta modalidad. Por su parte, las cifras de Brasil estiman que 43,1 millones de personas cuentan con un empleo estable, se destaca que en este país hay más formalidad que informalidad, y en Argentina son casi 13 millones tienen un empleo estable contra los 7,8 millones que no, otro caso en donde la formalidad prima.

Las cifran son desalentadoras para la región. Sin embargo, un país del cono sur está en la mira de los demás por su desarrollo laboral entre lo formal y lo informal.

El caso excepcional: Uruguay

Los casos que tienen una informalidad entre el 40% y el 60% en Latinoamérica suelen presentarse como "lo usual", pero Uruguay tiene apenas un 22% de este modelo de empleabilidad. Inclusive, antes de la pandemia había menos personas ocupadas de las que hay hoy día en ese país.

Según un informe presentado por el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, esta grata cifra se debe a dos situaciones en particular: el incremento de medianas empresas y la ayuda patrocinada por políticas públicas como ''Jornales solidarios''. Esta última se trata de trabajos temporales para personas entre 18 y 65 años que no cuenten con recursos estables al momento de solicitar la ayuda. Pese a que este modelo finalizó el 31 de diciembre de 2022, se retomará en mayo de 2023 a causa de la presión pública.

Pablo Mieres, ministro de trabajo uruguayo, finalizó un encuentro sobre esta temática diciendo que el desempleo en esa nación, ligado a la informalidad, existe más por voluntad del individuo de retirarse que porque no existan ofertas que lo vinculen al mercado laboral.

En general, la realidad de la informalidad afecta a la sociedad latinoamericana. Las cifras de los países actualmente están medianamente similares a las que se evidenciaban antes de la pandemia, lo que origina un malestar generalizado en la población. Asimismo, tiene un efecto en el estancamiento individual y social que incrementa la violencia y la desigualdad en medio de las comunidades.

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