AMÉRICAS

La toma del Congreso en Brasil pone a prueba la relación entre Lula da Silva y los militares

La toma del Congreso en Brasil por parte del bolsonarismo falló, en gran medida, por el apoyo que aún mantienen las fuerzas militares a Lula da Silva.

Toma al congreso de brasil

Foto: Eraldo Peres/AP

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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El pasado domingo 8 de enero, miles de manifestantes bolsonaristas en Brasilia se tomaron el Congreso de Brasil. Las imágenes difundidas parecían un "déjà vu", casi exacto, de hace 2 años, cuando los seguidores de Donald Trump hicieron lo mismo en Washington D.C. 

Sin embargo, pese al recuerdo en las mentes de lo ocurrido en Estados Unidos, sorprende que lo de Brasilia no haya sido previsto. Más, cuando los grupos leales al expresidente brasileño vienen pidiendo la intervención de sus propios militares. En varias ocasiones y en varios estados de Brasil, campamentos de bolsonaristas se plantan a las afueras de comandos militares con la intención de que desconozcan los resultados en las últimas elecciones presidenciales.

Precisamente, la BBC advierte que desde hace varios días se venía circulando la idea de ingresar a los edificios públicos dentro de los grupos de WhatsApp de los manifestantes. La propuesta era precisamente repetir lo ocurrido en Norteamérica. Por esto, será preciso para las autoridades determinar aquellos que financiaron la llegada de decenas de buses a la capital para llevar a cabo la “toma de Brasilia” como se le llamó a la manifestación.

Pero con tanta previsión de las intenciones o posibles consecuencias de las marchas, sorprende la poca preparación o contingencia por parte de la policía. Los ojos apuntan directamente al gobernador local, Ibaneis Rocha, y a Anderson Torres, encargado de la seguridad en el Distrito Federal. Torres era ministro de Justicia de Bolsonaro.

Entonces, surge la duda de qué tanto es el control de las Fuerzas Militares por parte del presidente, pues se hace una cuestión de vida o muerte. Esto es aún más relevante cuando Brasil tiene un pasado (no tan lejano) de dictadura militar y un expresidente que siempre intentó permear ideológicamente a las tropas.

El año pasado, de 27 gobernadores, 25 de ellos expresaron su preocupación sobre la percepción de que la policía federal estaba particularmente alineada con el entonces presidente Jair Bolsonaro. Unos meses más tarde, varios gobernadores fueron cambiados por voto popular, pero la mayoría de policías y altos mandos continúan.

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Tanta ha sido la cercanía ideológica entre bolsonarismo y fuerzas militares que, cuando se conoció el resultado de las elecciones presidenciales, los seguidores del expresidente pidieron al ejército su intervención. 

Por ahora, pese a que ha existido una considerable cercanía entre la hoy oposición y las Fuerzas Militares, al momento de la verdad, ha predominado el silencio. Ya sea en el momento en que los bolsonaristas pedían una toma del poder violenta o en el momento en que fueron capturados cerca de 1.500 personas (300 el domingo y 1.200 el lunes). Esto es una buena noticia para Lula da Silva, quien tendrá que tender lazos fuertes con los militares y así garantizar una presidencia democrática y ahuyentar al fantasma del golpismo.

No obstante, en materia política, este primer gran reto que afronta Luiz Inacio Lula da Silva en su nuevo mandato, servirá como termómetro para ver el talante que tendrá Lula con la oposición. Incluso, puede ser hasta una oportunidad para demostrar a la oposición en Brasil, de los riesgos que tiene el bolsonarismo. Si Lula logra demostrar a la oposición moderada que aliarse con el bolsonarismo es aceptar este tipo de incidentes con tinte golpista, logrará restar seguidores al exmandatario.

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