ECONOMÍA

¿Qué es la teoría del empujón? Un Premio Nobel que te ayuda a ahorrar

Uno de los propósitos individuales cuando inicia el año es el ahorro y la inversión. Con una teoría que realizó un profesor de economía en Estados Unidos, podría convertir la capacidad del ahorro en un hábito y así desarrollar varios proyectos propuestos a corto, mediano o largo plazo.

Alcancía en forma de cerdito

Foto: Freepik

LatinAmerican Post | David García Pedraza

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Se conoce, por experiencias personales o cercanas, el poder que tiene la mente para idealizar, construir y materializar proyectos, y todo lo que esto conlleva, como tener fuerza de voluntad, dar la ‘’milla extra’’ y sacrificar tiempo libre por un beneficio a mediano o largo plazo.

El ahorro tiene todo que ver con estas premisas. Al momento que un individuo decide comenzar a destinar dinero a un ahorro, de entrada, conoce que, a pesar de que el dinero se devalúe con el tiempo, tiene la libertad de destinar ese pequeño monto para un bien en el futuro. Sin embargo, por alguna emergencia o gasto no previsto, varias son las veces donde hay que destinar ese ahorro para cubrir gastos no presupuestados, y la frustración se apodera de la situación.

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¿Por qué ahorramos? Y cuando lo hacemos, ¿Sabemos cómo hacerlo, invertirlo o gastarlo? Estás preguntas son constante tema de discusión de la economía conductual, una rama de esta ciencia que se encarga de entender cómo las personas toman decisiones económicas, tanto del día a día como qué o dónde ir a cenar, como un grado de dificultad mayor tal como la adquisición de una deuda para un bien material vitalicio, como una casa.

La economía estudiada desde la psicología

Richard L. Thaler, profesor de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, es una de las caras conocidas de la economía conductual, cuyo Nobel de Economía ganado en 2017, tiene mucho que ver con esta corriente y con su ‘Teoría el empujón’ que le valió el premio hace cinco años.

Thaler explica que las personas no suelen tener un hábito de ahorro establecido y ordenado, y que, cuando lo tienen, solo piensan en beneficios a corto plazo o lo que les genere una satisfacción inmediata. Por este motivo, Thaler considera que para ahorrar verdaderamente se necesitan estímulos, más que todo de índole psicológica, para que los individuos entiendan la importancia de ahorrar y finalmente materialicen, a largo plazo, un proyecto el cual habían querido desarrollar, (como la adquisición de un carro, un apartamento o la realización de un posgrado).

El estímulo ideal

Al querer ahorrar se debe contar con buenos ingresos, estabilidad económica y un proyecto claro para destinar ese ahorro, sin embargo, ¿Qué pasa cuando se tiene todo esto, pero aun así el ahorro es una ilusión? Thaler recomienda poco a poco idealizar el resultado que se conseguirá con el ahorro por medio de la mente, aquí se debe contar con una gran fuerza de voluntad y no desistir, o cerciorarse de ser lo educadamente financiero posible para no gastar lo ahorrado en una cena o en un viaje por capricho.

Sin embargo, el individuo necesita ese ‘empujón’ que la sociedad le puede dar para ahorrar. Por ejemplo, algunas personas que saben que no se sienten en la capacidad mental de ahorrar, se dirigen a un banco y firman un permiso en donde se comprometen a destinar el 20% de su salario a una cuenta de ahorro programado automático, aquí la entidad bancaria le dio al usuario ese empujón que necesita para ahorrar.

La economía conductual sigue investigando para conocer más del porqué el individuo utiliza el dinero como lo hace, y con los resultados que se obtengan, tal vez ese ‘empujón’ pueda dejar de ser una teoría para convertirse en una estrategia financiera de ahorro. También servirá para que las personas poco a poco sean más conscientes de la importancia del ahorro e incentive su relevancia en las decisiones privada, como por ejemplo invertir a la pensión para gozar de una buena vejez.

Una radiografía del ahorro en América Latina

Latinoamérica es una región complicada para que un individuo del común, con ingresos por debajo de la media mundial, pueda realizar un ahorro.

Debido a la mediana calidad de vida y al no hábito del ahorro, las sociedades latinoamericanas son las que menos nivel de ahorro tienen. Solamente el 51% de la población cuenta con una cuenta bancaria, según datos de Global Findex. Además, mientras el 71% de la población de los países pertenecientes a la OCDE ahorra, solo el 41% de latinos lo hace.

No obstante, la educación financiera también tiene mucho que ver. En los países de ‘primer mundo’ este tipo de educación nace desde los hogares y se fortalece en los colegios, mientras en América Latina, escasamente los colegios en donde se habla del tema, solo son accesibles para familias con altos ingresos económicos. En este asunto la brecha entre ricos y pobres también hace estragos.

Aquí la ‘teoría del empujón’ debería ir más allá, ya que, al menos en América Latina no sería factible estimular a la población a ahorrar, sino que hay una mínima capacidad de destinar parte de sus ingresos a esta actividad. Otro factor para que la economía conductual pueda investigar, indagar y aconsejar.

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