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Reseña de “Renaissance”: Oda de Beyoncé a la alegría

Si hay alguien que sabe de renacer, esa es Beyoncé. Tras 6 años de espera, la cantante celebra su vida y la de las mujeres negras apoyándose en la cultura del ballroom. Esta es nuestra reseña de "Renaissance".

Beyoncé

Foto: YT-Beyoncé

LatinAmerican Post | Julián Gómez

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Luego de dos años conviviendo con el COVID-19, hubo una palabra que se desgastó y fue "reinventarse". Sin embargo, no hay mejor palabra para describir "Renaissance", el séptimo álbum de estudio de Beyoncé.

La reinvención de Beyoncé es tan alta que 'I'm That Girl', la canción que abre el álbum, no tiene una transición ni musical ni conceptual con "Lemonade" 2016) -su disco anterior-, sino que hay un corte abrupto. La canción se traslada de un sampleo agresivo cercano al bounce del sur estadounidense a un dembow mucho más caribeño. La agresividad del sample, la cadencia relajante del dembow y la voz delicada de Beyoncé juegan con el oyente en un contraste de alta complejidad creativa. Así se desarrolla el álbum, con caminos inesperados y fórmulas casi que inéditas. 

"Crear este álbum me permitió un lugar para soñar y encontrar un escape durante un tiempo tenebroso para el mundo. Me permitió liberarme y ser aventurera en una época que se movía poco. Mi intención era crear un lugar seguro, un lugar sin juicios. Un lugar para ser libre de la perfección y reflexión", dijo Beyoncé cuando presentó la portada del disco con ella semidesnuda sobre un caballo brillante.

Según ella, "Renaissance" será el primero de tres actos que entregará. El nombre está ligado a una nueva era que atraviesa a sus 40 años. "Lemonade" contaba con muchos momentos de duelo y algunas baladas, las cuales brillan por su ausencia en su nuevo proyecto.

Decir que este álbum es un regreso de Beyoncé es quizá exagerado. Entre "Lemonade" y "Renaissance'" hubo un álbum en vivo en 2019 ("Homecoming: The Live Album"), un álbum en colaboración con Jay Z en 2018 ("Everything Is Love") y un soundtrack en 2018 ("The Lion King: The Gift"). Quizá desde lo conceptual sí hay un desprendimiento creativo notable con estos trabajos mencionados.

Claramente, la principal fuente de inspiración de Beyoncé está en la música disco de finales de los 70 y comienzo de los 80. Eso lo mezcla con una paleta sonora más moderna que se nutre del rap, trap, afrobeats, funk, house, neosoul y electrónica.

La propuesta de "Renaissance" es planteada por Beyoncé desde la portada. El caballo que ella domina está visiblemente cargado de energía y eso es lo que refleja el disco. Ella es la encargada de administrar esa energía a lo largo de las 16 canciones y decide en qué momento soltar más o menos energía para evitar el hastío de quien escucha. En resumen, es una invitación para salir a la pista de baile y dejar de lado los múltiples problemas del entorno y la introspección: dedicarnos a ser alegres por un momento.

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Influencia del ballroom

Quienes han visto la serie 'Pose' pensarán que este álbum funcionaría perfecto como banda sonora. La serie representa la comunidad trans neoyorquina afro y latina a finales de los 80, que con el impulso del vogue le dieron nacimiento al ballroom, una serie de concursos de varias categorías de baile, estética y moda. Estos espectáculos servían para la unión de una comunidad que sobrellevaba -paradójicamente- otra pandemia como lo fue la del VIH. "Pure / Honey", "Heated" y "Summer Renaissance" serían canciones perfectas para bailar vogue de aquella época.

Beyoncé no solamente hace un homenaje desde lo conceptual, sino que en lo musical incluye en "Break My Soul" a Big Freddia, artista trans que canta bounce, o a Honey Redmond, dj trans que produce "Cozy", la segunda canción del álbum. Además, el reconocimiento a la comunidad LGBTIQ+ no queda ahí, sino que va hasta una dedicatoria en el CD físico dirigida a Johnny, su tío gay que falleció hace unos años.

Contrario a lo que muchos artistas hicieron en su primer trabajo durante la pandemia, tras un largo tiempo, que fue dedicarse a la introspección como pasó con Kendrick Lamar por nombrar alguno, Beyoncé sintió que era momento de celebrar y de poner el foco en la alegría. Asimismo, adiciona un toque de picardía desde lo sexual, sin dejar de lado sus luchas políticas, que en este caso son el empoderamiento de las mujeres negras y de la comunidad LGBTIQ+.

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