AMÉRICAS

Daniel Ortega se queda solo: ¿Qué lectura se puede hacer al respecto?

Tras las recientes renuncias del asesor legal de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia y del embajador del país centroamericano ante la Organización de los Estados Americanos, Daniel Ortega pierde apoyos relevantes..

Daniel Ortega, presidente de Nicaragua

Foto: Oficina del Presidente, República de China

LatinAmerican Post | Nicolás Donoso Álvarez

Escucha este artículo

Read in english: Daniel Ortega is left alone: What reading can be done about it?

Recientemente Nicaragua ha estado nuevamente en los ojos de todo el continente y, para variar, no por cuestiones positivas. En apenas unos días Daniel Ortega ha perdido a dos pesos pesados de respaldo a nivel internacional. Primero, al embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Arturo McFields Yescas, quien denunció ante el foro que en Nicaragua se violan los derechos humanos y que el país se encuentra inmerso en una dictadura. Y acto seguido, casi como si de un efecto dominó se tratase, Paul Reichler renunció a su cargo como asesor legal de los centroamericanos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), luego de acusar a Ortega de dictador,. Además le recordó que hace unos años reprimió de manera brutal unas manifestaciones pacíficas (2018).

Estos dos sucesos ocurrieron en tiempos similares, y significan una pérdida importante del escaso respaldo que tiene Daniel Ortega a nivel internacional. Según cifras entregadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR), entre el 2018 y el primer semestre del 2021 más de 108.000 nicaragüenses tuvieron que huir de su país a propósito de la represión que miles acusaron tras las manifestaciones del 2018 en donde exigían la dimisión de Ortega.

Mientras que un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 2021 señaló que desde el estallido sociopolítico sucedido en Nicaragua el saldo de la represión es contundente: cerca de 300 fallecidos, más de 2000 heridos y 1614 personas detenidas arbitrariamente. Informes lapidarios respecto a la compleja situación por la que atraviesa este país.

¿Tambalea la dictadura en Nicaragua o es solo un espejismo?

Tras el mazazo que significaron las denuncias y renuncias, el panorama para Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo podría ser complejo. Sobre todo porque perder apoyos en el exterior puede significar también una desestabilización interna en su grupo de mayor confianza. “Tomo la palabra el día de hoy en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida en mi país desde el año 2018. Tomo la palabra en nombre de los miles de servidores públicos, de todos los niveles, civiles y militares, de aquellos que son obligados por el régimen de Nicaragua a fingir y llenar plazas y repetir consignas, porque si no lo hacen pierden su empleo”, así comenzaba la intervención ante la OEA de Arturo McFields Yescas, con el dedo acusatorio que apuntaba directamente al régimen.

Pero desde Nicaragua, Daniel Ortega y su equipo ni se inmutaron, y solo se limitaron a decir por medio de un comunicado que las declaraciones de McFields "no los representa y que nada de lo que dijo tiene validez alguna". Y es más, la respuesta desde Nicaragua no tardó en llegar y simplemente optaron por destituir al embajador de Nicaragua que operaba en el cargo desde octubre del 2021 y nombrar como sucesor a Francisco Obadiah Campbell Hooker, actual embajador nicaragüense en Estados Unidos.

Con Paul Reischler el panorama no fue muy diferente, el abogado optó por abandonar el cargo que tenía ante la Corte de Justicia mandándole muchos mensajes Ortega. “No sé qué le hizo cambiar, pero usted ya no es el Daniel Ortega a quien tanto respeté, admiré, quise y serví con orgullo durante tantos años”. También lo acusó de destruir la democracia, algo por lo que tantos organismos internacionales lo han perseguido durante años, pero sin éxito.

Venezuela, un ejemplo que puede dilucidar ciertas cuestiones

Que el régimen de Daniel Ortega caiga es una verdadera utopía y un espejismo. Tan solo hace falta mirar en esta parte del continente cuántas veces Venezuela no estuvo en las primeras portadas en relación a una posible caída de Nicolás Maduro, pero aquello nunca pasó. Sin ir más lejos, la ex fiscal general del Ministerio Público de Venezuela, Luisa Ortega Díaz, fue destituida por la Asamblea Constituyente el 2017 luego que acusara, entre otras cosas, al chavismo de "delitos de lesa humanidad y de corrupción y de haber manipulado la elección a la Constituyente".

Esto termina siendo muy similar a los constantes fraudes electorales que presumiblemente ha cometido Daniel Ortega para salir reelecto en más de una oportunidad en su país. Las acusaciones de fraude electoral, los presuntos casos de corrupción, la restricción del periodismo independiente, el encarcelar a opositores y opositoras y el recibir condenas internacionales hablan de las similitudes por las que ambas naciones lamentablemente atraviesan.

Y el panorama, una vez más, no parece ser muy alentador. En dictaduras, de al esperanza a la desilusión, de la satisfacción al disgusto y de la calma a la tempestad se puede pasar en cuestión de segundos. Y eso muchos y muchas lo saben muy bien.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Botón volver arriba