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Opinión: Vacunas sí, pero no vacunas obligatorias

En el mundo ahora se debate sobre la aplicación de vacunas obligatorias. Sin embargo, esto no puede crear mayor abstencionismo para la aplicación de refuerzos.

Paciente con máscara siendo vacunada

Hay que encontrar el punto intermedio entre salud y derechos humanos. Foto: LatinAmerican Post

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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La pandemia continúa y las nuevas variantes parecen ser el perfecto aliado del virus para que nuevas olas de infecciones se reporten al rededor del planeta. El mundo médico insiste en que la mejor forma de contrarrestar los contagios y muertes son las vacunas. Pero, en muchos países los movimientos antivacunas ganan fuerza y las tasas de vacunación se mantienen bajas.

Ante esta eventualidad, muchos Gobiernos han entrado a debatir la aplicación de leyes que obliguen a la vacunación. Algunos países europeos han advertido que a partir de 2022 empiezan a aplicar medidas que buscan obligar a ala gente a vacunarse.

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Sin embargo, ¿qué es obligar a una persona a vacunarse? La idea más simple es un batallón de militares entrando casa por casa, buscando antivacunas o personas que no tengan su esquema completo y mandándolos a prisión u obligándolos vacunarse a la fuerza. Pero la verdad es que esto no es así.

Austria, primer país en Europa en anunciar la vacunación obligatoria, ha dado señales de cómo piensan implementarla. Al parecer, las personas que no reciban sus dosis de vacunación, serán multadas. Entonces, la obligatoriedad recaerá multas económicas. Otros países no permiten el uso del transporte público, el ingreso a restaurantes o a negocios no esenciales.

Pero con la obligatoriedad, estaremos polarizando aun más a aquellos que aún no se han vacunado por temor o desconocimiento. Este grupo poblacional existe y no entra dentro de la conspiración antivacuna. Estas personas necesitan más campañas, más información y más contacto con expertos. Es probable que una vez decidamos obligar a vacunarse a todos, muchos que podríamos convencer con diálogo, se volverán aun más renuentes y las tasas de vacunación podrán seguir lejanas. Esto, será un mayor problema cuando vengan más y más dosis de refuerzo (ya Israel está aplicando la cuarta).

Sin embargo, ya hay profesiones en donde la obligatoriedad significa perder el empleo. Ya sea en el área de la salud o en la hostelería, las personas que no se vacunen, pueden perder el trabajo. La otra opción es que no pierden el empleo actual, pero no podrán aplicar a nuevos. Para muchos de ellos, las circunstancias lo ameritaba, pero tampoco es justo elegir ciertas labores (o rangos de edad) y obligarlos solo a ellos y más cuando son estas personas las que ya han tenido que sostener la sanidad del planeta. Las medidas deben ser aplicadas a todos por igual.

Entonces está la libertad de las personas por un lado, pero en el otro tenemos el aumento de casos, el peso financiero en el sistema de salud y nuevas medidas de cuarentena que afectará social y económicamente a toda la población. 

Algunos "provacunas" aseguran que es necesaria la aplicación obligatoria e insisten en que o nos vacunamos todos o nos encerramos todos. Ambas medidas son ya restrictivas y tendremos que elegir el mal menor.

Entonces es imperativo encontrar un punto intermedio. Por ejemplo, Singapur decidió que ante el incremento del gasto sanitario por los no vacunados (son la mayoría de personas que acuden al Sistema de Salud), estos paguen sus gastos médicos. Esto igual puede ser una medida retrógrada, ya que afecta diferentemente a las personas de mayores y menores ingresos económicos. Un punto medio ideal será poder imponer mayores recargos en impuestos para la salud a los que decidan no vacunarse. De algún lugar se deberá sacar el dinero de los servicios médicos y también deberán entender que la decisiones libres, igual tienen consecuencias y precios. Este dinero podrá ir a pagar gastos médicos, compra de equipos y campañas que incentiven la vacunación.

No por nada, para manejar un carro se necesita sacar un permiso de conducción que no es gratuito o subsidiado. También existen restricciones en la sociedad actual que nos ha permitido vivir en comunidad. Por ejemplo, hemos acordado prohibiciones o multas para los que en su libertad elijan manejar alcoholizados o sin cinturón de seguridad. De igual forma, no se pueden hacer desnudos públicos o los menores no pueden beber ni fumar. Pues bueno, también debemos aceptar el uso de tapabocas en todos lo lugares cerrados y que cuando haya altos casos de contagios, entrar a cuarentenas generales o específicas. Nadie podrá obligar a vacunar a alguien, pero dentro de nuestras libertades, tendremos que aceptar las consecuencias.

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