AMÉRICAS

Entrevista: “la lucha LGBTI en América Latina apenas empieza”, Mauricio Toro

El primer hombre abiertamente gay en el Congreso de Colombia habla de los retos de la comunidad LGBTI en América Latina.

Mauricio toro

A pesar de que ya había (y hay) varias mujeres de la comunidad LGBTI haciendo carrera en el legislativo colombiano, nunca antes un hombre gay quedaba electo. Foto: TW-MauroToroO

LatinAmerican Post | Santiago Goméz Hernández

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Mauricio Toro llegó al Congreso de Colombia hace 3 años. A pesar de que ya había (y hay) varias mujeres de la comunidad LGBTI haciendo carrera en el legislativo colombiano, nunca antes un hombre gay quedaba electo. El político nacido en Armenia (Quindío), pero representante por Bogotá, habló con LatinAmerican Post en conmemoración al día y el mes del orgullo gay.

LatinAmerican Post: ¿Cómo ve el panorama de la Comunidad en América Latina con casos como los de Pedro Castillo, un político de izquierda con discurso homofóbico?

Mauricio Toro: Lo más importante de todo esto es que el panorama latinoamericano nunca ha sido fácil para la comunidad LGBTI. Siempre nos hemos tenido que enfrentar a Estados homofóbicos y conservadores. Independientemente, incluso, de que sus líderes sean regímenes de izquierda o de derecha. Siempre nos hemos tenido que enfrentar a lo que implica el abandono estatal, a la discriminación social y al abandono de las entidades públicas. Hay algunos un poco más de avanzada y vanguardistas en la región como Argentina. En general, toda América Latina ha tenido diferentes tipos de Gobierno pero nos hemos enfrentado a los mismo. A la discriminación, al abandono estatal, a la falta de diseño de políticas públicas, falta de aplicación, falta de derechos, así que la lucha de la comunidad LGBTI debe continuar.

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Claro, uno partiría de la base de que (Pedro Castillo) al ser una persona progresista, entiende la importancia de la diversidad secular, de la igualdad de derechos, de la no discriminación. Pero esto va mucho más allá, esto es un tema de educación y de Derechos. Así que la lucha apenas empieza en América. 

L.P: Precisamente, hablando de derechos en papel y siendo usted parte de la rama legislativa en Colombia, ¿Dónde ve usted las políticas que se puedan tomar para impactar más en beneficio de la comunidad?

MT: Voy a empezar con Colombia, que creo que es importante y puede servir de inspiración y de ejemplo para quienes hoy tengan unos gobiernos supremamente homofóbicos y que genuinamente atacan a la comunidad LGBTI. Colombia ha avanzado mucho en cuanto a la protección y el otorgamiento de derechos, pero no ha sido por el Congreso de la República que se supone debe legislar y crear las leyes para garantizar un Estado igualitario y diverso, sexualmente hablando. A Colombia le ha tocado defender los derechos LGBTI por medio de la Corte Constitucional. La corte lo que ha hecho es atender a unas demandas ciudadanas que han interpuesto esas denuncias diciendo que "a mí el Estado colombiano me vulnera mis derechos a acceder a lo mismo que cualquier otro ciudadano" y la corte ha tenido que, por esos casos específicos, ordenarle al congreso y crear jurisprudencia para que se reglamente lo que ordena.

Entonces la corte hace un tiempo, después de una demanda de unos ciudadanos que querían el derecho a casarse, nos otorgó el matrimonio igualitario y le dio al Congreso de la República un tiempo para que reglamentara cómo y en qué condiciones poder hacerlo. El congreso se ha rehusado históricamente a hacerlo. Lo más cerca que estuvimos fue hace 8 años, cuando se logró aprobar el proyecto de ley que permitía el matrimonio igualitario y se cayó en la conciliación (entre Cámara y Senado), después de un proceso de 3 años muy sencillo de una votación.

Lo que intentaron hacer fue desbaratar el cuórum los partidos de derecha y cristianos para que esto no fuera una realidad y desafortunadamente con una jugadita cochina. Aunque hoy en día igual nos podemos casar, tenemos que ir a una notaría y empezar un proceso en donde si el juez es una persona de avanzada y de pensamiento liberal, lo hace. Pero hemos encontrado casos en que jueces y notarios se rehusan y nos ha tocado poner una denuncia y esas demandas luego ordenan el matrimonio, pero nos revictimizan, que es lo más grave de todo esto. 

En cuanto al resto de derechos, como el derecho pensional, también han sido otorgados por la Corte Constitucional y no por quien debería ser, el Congreso. Eso tiene un problema y un beneficio. Al ser jurisprudencia y ser una corte la que otorga el derecho es muy difícil que se pueda retroceder. Diferente a una ley, porque la ley se hace y se deshace con un proyecto que anule la ley y quedamos más vulnerables.

Entonces con la juridsprudencia quedamos más seguros. Pero el problema es que todo queda muy a la deriva. No se dan instrucciones ni el paso a paso que se debe dar. Hay matromonio igualitario porque la Corte lo decide, pero no se sabe cómo, en qué circunstancias, qué debe hacer el sector público y por eso cualquiera puede hacerle el quite a la ley y esa ha sido nuestra lucha. Hay que seguir luchando y tratando de visibilizar nuestra situación y unirnos continentalmente hablando para intentar que el mapa de América Latina se siga pintando de colores.

L.P: Ahora estamos en el mes del orgullo. ¿Hay qué celebrar en América Latina en este mes?

MT: Sí hay que hacerlo, porque nosotros tenemos que empezar a hacernos sentir cada vez más. Es decir, es un momento de conmemoración ,en primer lugar, de la lucha de quienes en el pasado han logrado lo que han logrado. Por quienes han sido asesinados por esa lucha y esa reivindicación de nuestros derechos. Esa conmemoración la podemos hacer hoy también divertida en términos de visibilidad y de demostrar que aquí estamos, existimos y que requerimos igualdad de derechos. Entonces es tan importante que nosotros celebremos el amor y el orgullo de las diferentes formas de amar, pero también conmemoremos con respeto esa lucha por quienes nos dejaron lo que hoy tenemos. Que bien o mal, es mucho mejor de lo que había hace unos años atrás.

L.P: ¿Cómo seguir avanzando en derechos, pero también en aceptación a la comunidad y soñar que los derechos no solo se logren en el papel, sino que sean aceptados políticamente?

MT: Lo más importante para ese cambio es que nosotros entendamos que si no nos metemos en política, la política se mete con nosotros. Históricamente la política se ha metido con nosotros, pero no como queremos: negándonos nuestros derechos, violando todo lo que como ciudadanos debemos tener. Entonces tenemos que participar. ¿Cómo logra uno que esos derechos pasen en el Congreso? Eligiendo personas con un pensamiento diverso. No tienen que ser necesariamente de la comunidad LGBTI, igual también sería ideal que lleguemos a los espacios, pero hay que votar por gente que guarde, lleve y defienda nuestras banderas.

Entonces, por favor, cuando se sienten a votar por un candidato y no encuentran a nadie de la comunidad LGBTI o no se sienten identificados por completo con sus propuestas, entonces es imposible que voten por esa persona. Pero sepan que por quien vayan a votar, pregúnteles y que quede grabado "yo voto por usted porque me gustan sus propuestas, pero ¿defenderá usted mis derechos allá? ¿si se presenta una ley de la comunidad LGBTI, usted cómo va a votar?".

Es necesario que nosotros participemos, eligiendo o lanzándonos. Yo soy el primer hombre abiertamente gay elegido en el Congreso de la República. La soledad es brutal. Cuando uno trata de hablar de estos temas, muy pocas personas están dispuestas a enfrentarlos porque la heterosexualidad es muy frágil, porque muchos sienten que si defienden a este man creen que van a ser tachados de "maricón". Esto está muy mal, estamos hablando de derechos. 

Tenemos que participar. Entre más caras, menos prejuicios. Entre más liderazgos, donde demostramos que más allá de una etiqueta, somos personas: hombres y mujeres, trabajadores y trabajadoras, médicos, enfermeras, docentes, políticos, conductores, conductoras. Es decir, somos todo en una sociedad como cualquier otro, solo que amamos a nuestras parejas a nuestra manera y eso no nos hace diferentes. 

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