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“Tengo nenes de tercer grado con ataques de pánico”, la escolaridad virtual en pandemia

Esta semana regresaron los menores a las escuelas en algunas ciudades de México, pero no todos los países han podido volver a la presencialidad.

Niño estudiante mirando su computador

La pobreza, la desigualdad y la desigualdad han convertido a las clases online en un lujo. Foto: Freepik

LatinAmerican Post | Santiago Goméz Hernández

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Read in english: “I Have Third Grade Kids With Panic Attacks”: Schools in Latin America Struggle With the Pandemic

Desde marzo del 2020, el mundo entró en cuarentena y en medidas restrictivas. Todos los sectores no esenciales pasaron a la virtualidad. Precisamente, los colegios empezaron a dictar clases de manera remota para no perder escolaridad. Sin embargo, la pobreza, la inequidad y la desigualdad han convertido a las clases online en un lujo.

En Latinoamérica, el retorno a clases presenciales es disparejo y no es total. En la mayoría hay, en el mejor de los casos, un aprendizaje híbrido, en el que la mitad del salón toma clases presenciales y la otra mitad las ve desde su casa.

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Para muchos países en el mundo, la presencialidad es cada vez más normal. Atrás están quedando los confinamientos, pero no las videollamadas, ya que varios colegios han empezado a integrar las herramientas que dejó esta crisis para crear nuevas estrategias de educación.

Hay cambios positivos

La virtualidad ha traído ciertos beneficios. Estefanía Prada Mora, madre y profesora colombiana, asegura que luego de un inicio complejo y con varias frustraciones, sus hijos han podido dominar las herramientas virtuales. Hoy en día, ellos tienen la facilidad de conectarse, preguntar, encontrar, manejar todo solos y sin ayuda.

Madelaine Michaux, docente argentina de un colegio en Buenos Aires y otro en provincia, a las afueras de la capital, también cree que hay muchos elementos que descubrieron tanto profesores como alumnos gracias a la virtualidad. La profesora de inglés cree que luego de que todo esto pase, igual se deberían mantener ciertos elementos para el día a día.

Los problemas de la virtualidad

La escolaridad virtual no solo ha traído beneficios. Docentes y padres de familia están preocupados por diversos retos que han tenido que afrontar desde marzo del 2020. El más evidente y el que sufren todos los menores es la poca socialización. Michaux comenta cómo muchas veces ha tenido que dejar el cronograma de temas a un lado y tan solo empezar a hablar con sus alumnos. Muchos de ellos que ya han sufrido ataques de pánico, estrés, frustración, etc.

La profesora argentina aseguró que el año pasado tuvo alumnos que lloraban porque "no veían el sol desde hace 3 meses" o que sufrían ataques de pánico y no eran capaces de prender sus cámaras o conectarse a la clase.

Igualmente Prada explica que sus dos pequeños el año pasado no lograron crear nuevas relaciones afectivas con ningún compañero. La virtualidad, según cree ella, les puede afectar sus habilidades sociales.

Ambas docentes reconocen que también ha sido un reto intentar mantener la atención de sus alumnos. Cuando ven las cámaras de los computadores apagadas y niños y niñas desconectados con los temas, ellas mismas también se frustran.

Pero además de estos problemas que afectan a todos por igual, esta pandemia igual golpea a cierta población más que a otras. Michaux, quién da clases en un colegio privado en la ciudad y uno público a las afueras de la capital, ve bien estas diferencias. A lo largo de lo corrido de la pandemia, hubo deserción de varios de sus estudiantes. "En un curso de 20 alumnos, tengo 4 que no se conectan (..) y en uno de 33, tengo 6 que no se conectan. Porque, por ejemplo, tengo una nena con temas en la familia y no tienen dispositivos para conectarse u otros nenes que están medio abandonados por la familia". La razón es clara: sus familias no tienen cómo suministrarles una tableta, un computador o un celular para que ellos se puedan conectar.

En Colombia no solo es la Covid-19, también está el Paro Nacional

A pesar de que parece que el programa de vacunación ya está tomando forma y avanza a paso seguro, el regreso a clases, por lo menos en colegios públicos, no se ve tan cercano. Esto no es solo por la petición del grupo de maestros de sentirse preocupados por las garantías de salud, sino por las protestas que se viven en varias ciudades del país.

Recientemente, Nelson Alarcón, el presidente del sindicato de profesores FECODE, fue grabado mientras hablaba con un grupo de manifestantes. Acá, el líder sindical les aseguró que la lucha civil es de largo aliento ya que el próximo año son las elecciones al congreso y presidente. Este discurso fue rechazado por varios sectores, ya que indicaría que a pesar del avance en la vacunación, las clases estarían detenidas por un tema político.

El milagro de los colegios comunitarios en Ecuador

Pero no todo es malo. Debido a toda la catástrofe educativa acarreada por la pandemia, el diario británico The Guardian descubrió que no en todos lados los resultados terminaron siendo negativos. Según el medio, en la pequeña villa indígena de San Clemente y en el pueblo afro de Playa de Oro (ambos en Ecuador), los colegios comunitarios tomaron un nuevo aire.

Estas comunidades tan apartadas del "desarrollo" y la globalización, se convirtieron en santuarios contra la Covid-19. Mucha de la población afro o indígena viviendo en ciudades como Guayaquil, tan golpeadas por la pandemia, retornaron a sus comunidades. Esto resultó en un aumento en la asistencia a los colegios comunitarios de estas zonas.

No solo terminó en fortalecer este sistema, también reforzó la idea de comunidad en estos pueblos. Estos colegios no son solo colegios públicos, son colegios de la comunidad. Esto significa que en algunos se enseña el Quechua y la protección del medio ambiente. También se refuerza la idea de identidad tanto afroecuatoriana como indígena ya que los profesores hacen parte de estos pueblos.

Muchos de estos alumnos posiblemente hubiese tenido que abandonar la escolaridad de continuar en las ciudades desde la virtualidad. Los colegios comunitarios resultaron ser la salvación para el aprendizaje de estos menores.

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