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¿Es Biden realmente una esperanza para los migrantes centroamericanos?

Kamala Harris ha visitado Guatemala y México para consolidar el proyecto migratorio de Biden.

Kamala Harris y Joe Biden

La administración del demócrata busca una solución “humanitaria” a mediano plazo, en el lugar de una solución agresiva para diferenciarse de su antecesor: Donald Trump. Foto: TW-KamalaHarris

LatinAmerican Post | Luis Hernández Liborio

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Read in english: Do Not Come: Is Biden’s New Immigration Policy Really That New?

"Quiero ser clara con las personas de esta región que están pensando hacer el peligroso viaje a la frontera Estados Unidos-México. No vengan, no vengan."  Fueron las contundentes palabras de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en su visita a Guatemala, que hacen eco de las pronunciadas por el presidente Biden semanas atrás. La administración del demócrata busca una solución "humanitaria" a mediano plazo, en lugar de una solución agresiva para diferenciarse de su antecesor: Donald Trump.

¿Qué acordó la vicepresidenta en Guatemala y México?

Inversión es la palabra clave para describir la importancia del viaje de Harris. Con México acordó trabajo conjunto para invertir en Centroamérica, principalmente en el Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador). México cuenta con el Plan de Desarrollo Integral para El Salvador, Guatemala y Honduras con el que entrega recursos a jóvenes y agricultores tratando de mejorar su condiciones y que eviten migrar hacia el norte. Esta perspectiva se ajusta con la política de Biden de atacar los problemas que originan la migración como son la pobreza y la corrupción, entre otros.

Las inversiones estadounidenses estarán enfocadas en el empoderamiento de mujeres, construcción de vivienda, apoyo a emprendedores, desarrollo agrario, pequeñas y medianas empresas, de acuerdo con la ficha informativa de la Casa Blanca. Los recursos provendrán del gobierno de los Estados Unidos y de la iniciativa privada. Además se brindará apoyo en términos legales para combatir la corrupción, a través de mecanismos internacionales que permitan mejorar la eficacia de la aplicación de las leyes. Esto también tendrá impacto en el combate al tráfico de migrantes y trata de personas. 

La herencia de Trump

El discurso racista y radical de Trump hacia los migrantes fue una de las características de su gobierno, acusándolos de ser parte de la decadencia económica y de seguridad de su país. Por ello (además de las detenciones y deportaciones) sostuvo una política migratoria agresiva, cuya "joya de la corona" fue el muro fronterizo con México. En lugar de buscar solucionar problemas de fondo, el republicano se decidió por una muralla física y tecnológica que detuviera la migración.

En enero de 2019 surgió el programa conocido como "Remain in México" orientado a enviar a México a solicitantes de asilo para esperar la respuesta a su solicitud, de acuerdo con Human Rights Watch. Esto nació debido al incremento de solicitudes de asilo entre 2018 y 2019, provenientes principalmente del Triángulo Norte, cuando las detenciones pasaron de 396 579 a 851 508 según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). La crisis era (y es aún) alarmante, el 64% del total de detenidos son familias enteras o niños sin acompañante, a lo que se sumó la separación de niños de sus familias, de acuerdo con números del Centro de Investigación Pew (PCR). Y aunque Trump prometió junto a su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, apoyar económicamente a Centroamérica, al final no cumplió su palabra.

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Por ello, no sorprende que el primer viaje al exterior de la vicepresidenta Harris haya sido para poner en marcha el engranaje que intentará dar solución a los problemas de migración de Estados Unidos, un asunto considerado de seguridad nacional. Biden prometió en campaña atacar la migración desde una perspectiva distinta y con acciones "humanitarias", coincidiendo con el proyecto de López Obrador en Centroamérica. Harris ha visitado Guatemala y México para dar seriedad al proyecto, pero al mismo tiempo para dar un mensaje claro: Estados Unidos no permitirá la migración irregular y eso no cambiará sin importar quién esté en la presidencia, ni de qué partido emane.

La delgada línea que separa la política de Trump y Biden hacia los migrantes

La salida de Trump de la presidencia parecía una esperanza para miles de centroamericanos que esperaban en el cambio de gobierno una transformación en la política migratoria, sin embargo si algo ha dejado claro Biden es que el orden deberá prevalecer para quien desee ingresar a los Estados Unidos. Para marcar diferencia Biden comisionó a Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, para encabezar la reunificación de familias separadas durante el gobierno de Trump. El secretario anunció que a 120 días de haber comenzado con la comisión han logrado el reencuentro de 7 familias y 29 más en proceso.

Pero al interior de Estados Unidos la situación no es tan sencilla, voces como la de la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez se han hecho escuchar, criticó el mensaje de la vicepresidenta en Centroamérica. Comentó en Twitter que se sintió decepcionada por el mensaje, que solicitar asilo en la frontera es un totalmente legal y que Estados Unidos ha tenido un papel desestabilizador en Latinoamérica, por lo que las olas de migración serían una consecuencia directa de esa injerencia.

¿Hasta dónde será capaz de distanciarse Biden de la política fría de Trump e incluso de la de Barack Obama? El cambio de gobierno y las medidas de Biden que revirtieron las políticas de Trump no hicieron mas que aumentar el número de migrantes irregulares como lo señaló en marzo pasado el senador republicano Leader McConnell: las detenciones de la CBP son las más altas en los últimos 20 años, la crisis migratoria se ha profundizado con el aumento de casos de niños sin acompañante. Llevará tiempo que el proyecto conjunto con México funcione, los compromisos de inversión y apoyo legal hechos por la vicepresidenta en Centroamérica no tendrán un efecto inmediato, por lo que la frontera probablemente seguirá siendo un problema para los electores en cuatro u ocho años.

 

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