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¿Qué tan progresista o izquierdista es el posible nuevo presidente del Perú?

Pedro Castillo es un político que tachan de comunista pero con pasado en un partido a favor del libremercado.

Pedro Castillo durante su campaña política

El profesor peruano que causó furor en las elecciones incas y llegó hasta el principal cargo del nación es una caja de sorpresas. Foto: TW-PedroCastilloTe

LatinAmerican Post | Santiago Gómez Hernández

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El profesor peruano que causó furor en las elecciones incas y parece ser quien llegará hasta el principal cargo de la nación es una caja de sorpresas. No solo porque sería el primer presidente abiertamente socialista de Perú, sino que también tiene un pasado de centro "neoliberal".

Su lado más moderado

En 2002 cuando ingresó a la política, entró de la mano del partido Perú Posible del expresidente Alejandro Toledo (hoy requerido en extradición por corrupción). El partido de Toledo, y el mismo expresidente, se autodenominaba como de centro izquierda, con un modelo económico neoliberal pero con una repartición de la riqueza basada en un Estado de Bienestar.

Sin embargo, desde el 2020, Castillo ingresa a Perú Libre, partido alejado en el espectro político hacia el marxismo. Incluso, su líder y fundador Vladimir Cerrón, acusado de corrupción y polémico por su apoyo a Gobiernos cuestionados en la región como Venezuela y Cuba.

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Castillo asegura que él no se identifica con ningún otro movimiento de la región. Se desmarca de la figura de Cerrón y durante la campaña de la segunda vuelta, intentó moderar su discurso para atraer los votos indecisos que peleaba con la derechista Keiko Fujimori. Sin embargo, tampoco ha sido crítico del régimen chavista.

El posible presidente electo también tranquilizó a los mercados internacionales al comprometerse a seguir pagando la deuda externa y la independencia del Banco Central. “Mantendremos un diálogo abierto y amplio con diversos sectores empresariales y con empresarios honestos que juegan un papel fundamental en la industrialización y desarrollo del país”.

Sus propuestas más extremistas

Castillo tomó visibilidad nacional durante el 2017, en medio de unas protestas en contra del Gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Aprovechó el caos y el desprestigio de la clase política peruana y llegó al poder como un outsider, un hombre cercano a la gente que vive en una casa humilde al norte del país.

Aunque rechaza ser marxista, varios analistas y medios lo tachan de extremista. Amenazó al Congreso si no acepta una Asamblea Constitucional para cambiar la Carta Magna del Perú que rige desde 1993, nacida durante la dictadura de Fujimori.

Está a favor de que se "regule los medios de comunicación" y de aumentar el gasto en Educación, incluso a cifras que son poco realistas. Además, ha declarado la guerra contra los Tratados de Libre Comercio y con las empresas extranjeras que operan en Perú. El político de Perú Libre pretender aumentar el aporte de las multinacionales o amenaza con, lo que él llama, "nacionalizar". “En algunos casos solamente debe recurrirse a la nacionalización y no la estatización, indemnizando al privado lo invertido y administrando el total de las utilidades generadas”, escribe en su plan de Gobierno. También se le acusa de populista al prometer que mantendrá su salario de profesor y de reducir el salario de los congresistas.

Un izquierdista muy conservador

La figura de Castillo divide dentro de la izquierda latinoamericana y global. En una época en que el socialismo ha influenciado y se ha repotenciado con los movimientos LGBT y feministas, las posturas de Castillo chocan contra estas nuevas corrientes. tal vez la candidata más cercana a estas visiones en las elecciones peruanas fue Verónika Orozco (Juntos por el Perú), quién quedó afuera en la primera vuelta.

En más de una ocasión, el posible presidente electo del Perú ha manifestado que a modo personal está en contra del matrimonio igualitario, la eutanasia, el aborto, la legalización de la marihuana recreativa. Muchas de estas posturas lo harían un serio candidato por cualquier partido conservador, pero aparece en el otro lado del espectro económico.

Sin embargo, no descarta pasar estas propuestas al congreso para que se decida en el legislativo. Adicionalmente, su partido sí apoya propuestas como el aborto legal como una medida de control de la natalidad.

A esto también se le suma su idea de reformar la constitución y permitir la pena de muerte. Y, sobre todo, su discurso xenófobo de expulsar a los "extranjeros" que cometan delitos, estigmatizando a la ya discriminada comunidad venezolana que hay en el Perú.

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