ANÁLISISMedio ambiente

Opinión: La eco-ansiedad demuestra que la responsabilidad sigue recayendo en el individuo

A medida que avanza la crisis climática, crece la impotencia por no poder hacer mucho al respecto. Los individuos nos angustiamos mientras que nuestros líderes toman decisiones que nos ponen en peligro.

Manos sosteniendo una figura de globo terráqueo

La eco-ansiedad es el “temor crónico de un cataclismo ambiental que se produce al observar los impactos aparentemente irrevocables del cambio climático”. Foto: Freepik

LatinAmerican Post | Vanesa López Romero

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El término "eco-ansiedad",  ha comenzado a ser recientemente utilizado, se refiere a la ansiedad que sienten algunas personas debido al cambio climático y los constantes peligros que este supone. Según la Asociación Estadounidense de Psicología, la eco-ansiedad  es el "temor crónico de un cataclismo ambiental que se produces al observar los impactos aparentemente irrevocables del cambio climático, y preocuparse por el futuro de uno mismo, de los niños y las generaciones futuras".

Y es que ¿de qué otra manera se podría reaccionar al hecho de que, para entidades internacionales como la ONU, tan solo quedan doce años para que la crisis climática ya no tenga vuelta atrás? ¿Cómo más se podría reaccionar al hecho de que, literalmente, nuestro planeta se está muriendo y eso solo significa nuestra propia extinción? ¿Qué se hace ante una realidad que, por más catastrófica que suene, es en realidad eso: catastrófica? ¿Cómo no sentir una impotencia tan gran ante un miedo que no se puede evaporar porque de alguna manera, como individuos podemos hacer muy poco o casi nada en comparación a lo grande que es el problema?

Sí, de repente en algún de momento de la vida te despiertas, ves un titular que te llama la atención, lees la noticia de que la mayoría de países firmantes del Acuerdo de París no han cumplido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y comienzas a investigar más al respecto. Te asustas: esos nombres bonitos y curiosos tienen detrás la catástrofe. Todo se está acabando, ya casi no hay vuelta atrás. Decides hacer algo porque, tras leer mucho al respecto, llegaste a la conclusión de que eres parte del problema. Le das un vuelco a tu vida: reciclas estrictamente, usas exclusivamente tu bicicleta, vas a las marchas ecológicas, votas por el candidato que muestre interés en el medio ambiente, te informas, informas a tus conocidos, compartes un post de Instagram cada que el Amazonas está en llamas e, incluso, te vuelves vegano. Y aún así, cada vez que te levantas, los titulares no cambian para bien; de hecho empeoran. ¿Qué estás haciendo mal?

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No podemos ignorar la existencia de la emergencia climática, y aún así pareciera que es algo de lo que no se habla lo suficiente. Más importante aún: es algo sobre lo que no se actúa lo suficiente. Y no, no hablo de las acciones individuales, porque el hecho de que la eco-ansiedad sea algo real demuestra que la responsabilidad sigue recayendo en el individuo. Demuestra que quien es afectado (ahora en su salud mental) es el individuo que, por más acciones propias que tome, no puede hacer mucho si tiene por encima un Gobierno corrupto que poco o nada hace ante ese crisis inminente. Un Gobierno que no protege a los líderes ambientales, que no promueve acciones colectivas para cambiar el paradigma, que a partir del lobby permite que las grandes industrias (que además son las verdaderas culpables del problema) sigan haciendo y deshaciendo con el medio ambiente sin tener consecuencias reales ni inmediatas. 

Claro, la acción individual es lo primero para llevar a una acción colectiva, ¿pero eso cuánto va a tardar? Estamos hablando de algo que es una urgencia, de un final que tiene sus años contados. No tenemos tiempo para esperar a que cada persona reaccione y ponga en marcha acciones individuales que presionen a los líderes políticos. Y ese es el principal problema: ya no hay tiempo

¿Entonces, qué vamos a hacer? Por ahora solo queda exigir, continuar con nuestras acciones individuales, e intentar mantener la calma. Pero hay que exigir ante todo, hay que poner el tema en conversación y no solo sentir impotencia, porque en medio de todo lo que estamos haciendo individualmente sí se está generando un cambio. 

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