Bienestar

No existe relación entre el autismo y las vacunas

La desinformación ha desanimado que se vacunen a los recién nacidos ocasionando grandes problemas de salud pública.

Persona sosteniendo una jeringa

Movimientos antivacunas siguen realizando campañas contra la vacuna del COVID y aduciendo que pueden producir autismo. Foto: Freepik

LatinAmerican Post | Moisés Campos

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Más de veinte años tienen los movimientos antivacunas manifestando su reticencia a vacunarse, utilizando argumentos que van desde la presentación de algún brote de una enfermedad que se considera que están erradicadas, como es el caso del sarampión; o que puede incrementar la posibilidad de sufrir la enfermedad de la que se pretende proteger, hasta aducir que las vacunas causan el autismo.

A pesar de que se pudo demostrar que no existía tal relación entre vacunas y autismo, miles de personas continúan realizando campañas en su contra, poniendo en riesgo no solo su propia salud, sino la salud colectiva. Por esto la necesidad de informar que no existe una relación entre las vacunas y el autismo.

¿Qué es el autismo?

En el artículo de Elana Pearl Ben-Joseph, publicado en el portal de la organización de salud KidsHealth, el autismo se define como un trastorno que afecta el cerebro, que provoca dificultades tanto para establecer una comunicación como para interactuar con otras personas, concentrándose quien lo padece en su mundo interior, aislándose de su entorno.

Aún se desconoce cuáles son las causas que provocan el autismo. Se cree que factores como la genética, las diferencias que se encuentran en la anatomía cerebral y la contaminación ambiental por sustancias, pueden contribuir a que se presente está condición en los niños.

Origen de la relación entre vacunas y autismo

En el mismo artículo de KidsHealth se reseña que el origen de los argumentos del movimiento antivacunas fue un artículo publicado por Andrew Wakefield, en la revista The Lancet en 1998, en donde se sugiere que la vacuna triple vírica (que se emplea contra el sarampión, las paperas y la rubéola), o tal vez una infección que puede provocar el virus del sarampión naturalmente, puede ser la causa del autismo.

Lea también: ¿La salud mental podría influir en la efectividad de las vacunas?

A partir de ese momento, se ha demostrado a través de numerosos estudios científicos que no hay ninguna relación entre los componentes de las vacunas y el autismo. Además, se estableció que la investigación que dio origen a esta idea era falsa, y por tanto, Wakefield fue expulsado del colegio de médicos por falsificar los datos, tal como reseña la revista Senesciencia de la Universidad de Barcelona.

Además, no tenía permiso del comité de ética del hospital donde trabajaba para hacerlo ya que se presentaba un conflicto de intereses, debido a que tenía cierta relación laboral con el bufete de abogados que introdujo la demanda en contra de los fabricantes de la vacuna. The Lancet también se retractó de la publicación del artículo.

En el mismo artículo de Senesciencia se reseña que este estudio causó efectos negativos en la vacunación, siendo el más nocivo la pérdida de confianza en las vacunas, especialmente la triple vírica, provocando que enfermedades como el sarampión aparecieran de nuevo. Los resultados de los diferentes estudios científicos posteriores concluyen que no hay ninguna relación entre la vacuna y el autismo.

Argumentos en contra de las vacunas

El movimiento antivacunas esgrime principalmente como argumentos para no vacunarse, según Senesciencia, los siguientes:

  • No hay necesidad de vacunarse contra enfermedades inexistentes o poco frecuentes: Pero gracias a que se han realizado vacunaciones masivas se han podido controlar enfermedades, que no han desaparecido totalmente, por lo tanto, hay que seguir vacunando.

  • Son tóxicas: esto no es cierto a pesar de que para mantener el estado de esterilidad de las vacunas se llegó a usar un producto que contenía mercurio, que el cuerpo desechaba rápidamente y no era tóxico, siendo más perjudicial el que se encuentra en algunos alimentos como el pescado, si se consume en exceso.
  • Provocan enfermedades: como el autismo, aunque se ha demostrado que no hay ninguna relación entre vacunas y autismo.

Las vacunas son seguras

En el artículo de Andreu Segura Benedicto, publicado en ScienceDirect, portal de documentación científica, indica cómo en el informe del Instituto de Medicina queda establecido que no se ha podido encontrar un vínculo entre el autismo y la vacuna triple vírica, luego de haber revisado numerosos estudios al respecto.

Existen una gran cantidad de pruebas que avalan la seguridad y la eficacia de las vacunas, pero, aun así, muchos padres deciden no vacunar a sus hijos, por temor especialmente a que desarrolle autismo. Esto conlleva un gran riesgo, puesto que existen varias enfermedades potencialmente mortales que se pueden prevenir con las vacunas, tal como se indica en el artículo de KidsHealth.

Es normal que los niños lleguen a presentar algún tipo de reacción a una vacuna, como, por ejemplo, febrícula o un sarpullido. Pero los padres deben tener muy presente que el riesgo de presentar reacciones de cuidado a la vacuna triple vírica y a otras vacunas son reducidos, en especial cuando se comparan los graves riesgos asociados a las enfermedades que solo se pueden prevenir con las vacunas.

¿Por qué vacunarse?

En Senesciencia se establecen las razones por las cuales hay que vacunarse, siendo dos de ellas:

No evitan que se produzca el contagio, sino que no se desarrolle la enfermedad. En caso de que el cuerpo se contagie, la vacuna ayuda a que en este se produzcan una serie de acciones de defensas, lo que hace se reaccione más rápido y con más eficiencia, aumentando la probabilidad de no enfermar, dependiendo del tipo de vacuna.

Excelente relación riesgo – beneficio: Si se compara la relación que hay entre el riesgo y beneficio de las vacunas, se puede determinar que ayuda a prevenir enfermedades de una manera económica, ya que una vacuna tiene un bajo costo, se administra solo una o dos veces en la infancia y brinda protección contra casi todas las enfermedades que se presentan en esta etapa, evitando enfermarse por mucho tiempo.

Puede que algunas vacunas requieran que se repita la dosis y hay unas que tienen un costo mayor que otras, pero sin embargo la relación que existe entre la prevención de enfermedades y su precio sigue siendo de más beneficios que los argumentos en contra.

Es necesario que tanto los laboratorios farmacéuticos, las organizaciones de salud, los medios de comunicación y profesionales de la salud establezcan campañas para divulgar los beneficios de las vacunas, con la finalidad de erradicar temores y falsas creencias en torno a ellas, como, por ejemplo, la de señalar a las vacunas como causantes de autismo. Solo la divulgación puede contrarrestar estas creencias, y de este modo asegurar que muchas enfermedades no aparezcan más y que otras no continúen causando muertes.

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