ANÁLISISMedio ambiente

Opinión: ¿Realmente está en nuestras manos frenar el cambio climático?

Si bien los pequeños cambios que hagamos como individuos pueden aportar a la carrera contra el cambio climático, no está en nuestras manos frenar lo que es inminente.

Persona sosteniendo una figura del planeta en vidrio

En medio de todo ese desastre del cambio climático, que parece ser inminente e imparable, creemos que podemos hacer un cambio .. / Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | Vanesa López Romero

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Read in english: Opinion: Is it really in our hands to stop climate change?

"Cambio climático", "calentamiento global", "efecto invernadero". ¿Cuántas veces escuchamos estas palabras durante la semana? Al parecer cada vez más, cada día aumenta el riesgo de que no se cumplan el Acuerdo de Paris, de que la temperatura aumente un grado centígrado más, de que una especie se extinga, de que más líderes sociales sean asesinados, de que la industria de la ganadería siga prolongando la deforestación del amazonas. Y en medio de todo ese desastre que parece ser inminente e imparable creemos que podemos hacer un cambio.

Quizás reciclar, quizás dejar de comer carne durante un día a la semana, bañarnos por menos tiempo o, ¿por qué no? comenzar a consumir productos que sean amigables con el medio ambiente. Así, comenzamos a tener una vida más sustentable, una vida que nos hace quedar bien con una sociedad consumista y nos quita un poco la responsabilidad de ser parte de esos que solo piensan en el capitalismo y en sus propios beneficios. Creemos que estamos salvando el planeta. ¿Pero realmente los estamos salvando? Más importante aún: ¿realmente tenemos la capacidad de salvarlo?

¿Depende de nosotros?

Claro, dejar de comer carne, tener un estilo de vida más sostenible y hasta compartirlo en redes sociales tiene un impacto positivo, pero ese impacto es mínimo en una cadena que es muchísimo más amplia y cuyo eslabón más grande e incidente es un sistema entero. La lucha por frenar el cambio climático no puede quedarse en compartir en redes sociales una imagen del Amazonas en llamas, o en no comer carne una vez a la semana, mucho menos en creer que estamos aportando por supuestamente tener una vida sostenible. La lucha individual por el cambio climático debe transitar de espacios privados a espacios públicos, verdaderamente públicos. 

Quisiera aclarar que con esto no pretendo decir que esos pequeños cambios deben dejar de tenerse, pero sí considero que deben pensarse más, que deben cuestionarse y configurarse alrededor de una mentalidad más amplia que ocupe también un carácter más político y comunitario. Una vez esa mentalidad se amplía, podemos entender que detrás del problema ambiental existe todo un sistema industrial, político, social y económico, y que cambiarlo depende, en gran medida, de exigir que los gobiernos de los países generen políticas que defiendan y protejan el medio ambiente, políticas que le den más importancia a la voz de los líderes sociales que luchan y que lastimosamente han sido asesinados mientras protegen ecosistemas y comunidades. 

¿Qué hacer después de la pandemia?

Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el mundo todavía se dirige a un aumento de temperatura superior a 3°C este siglo, a pesar de que hubo una reducción de emisiones por los encierros a causa de la pandemia del COVID-19. La manera en la que los gobiernos actúen de ahora en adelante será crucial para definir la suerte del mundo en los años venideros.

Lastimosamente, ya se prevé que muchos países aumentarán sus emisiones para poder balancear la crisis económica que trajo consigo la pandemia. De acuerdo al mismo informe los gobiernos deben crear políticas que tengan como objetivo reducir las emisiones en un 7.6% cada año, las políticas y acciones actuales están lejos de cumplir ese objetivo. 

Sin embargo, la ONU insta a que todavía se pueden cumplir con los objetivos, en que aún hay tiempo para cambiar el rumbo hacia el que nos dirigimos. A grandes rasgos cambiar de paradigma puede sonar muy ambicioso, pero es algo a lo que nos debemos comprometer, como individuos y como sociedades.

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