Bienestar

Cómo evitar el síndrome del pijama trabajando desde casa

El home-office supuso un desafío para muchos trabajadores en esta cuarentena. Por eso, es importante que también cuidemos nuestra salud en esta nueva rutina.

Mujer trabajando con su computador desde su cama

El home-office ha creado nuevos desafíos para los trabajadores. / Foto: Unsplash

LatinAmerican Post | Ariel Cipolla

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Trabajar desde casa es una de las posibilidades que está teniendo más éxito en la actualidad, debido a la pandemia del coronavirus, que hace que muchos trabajadores que no son esenciales deban buscar nuevas formas de continuar sus actividades laborales. Se trata de una modalidad que, según destaca el medio Infobae, “las empresas abrazan”, ya que genera ciertas ventajas de comodidad para los empleadores, como el hecho de no depender de un lugar de trabajo físico para todos los empleados.

Esto implica que el medio Clarín mencione que “el home-office llegó para quedarse”, debido a que muchas compañías mantendrán esta modalidad de trabajo, incluso luego de la cuarentena. Las ventajas de comodidad del trabajo desde el hogar, también implican nuevos desafíos, como el hecho de evitar el síndrome del pijama. Veamos de qué se trata.

Qué es el síndrome del pijama y cómo evitarlo

Trabajar desde el hogar supone un cambio en la estructura de nuestro día. Por esto, la web de Vogue menciona la importancia que tiene el hecho de crear rutinas para no estar todo el día en pijama. Es decir, el hecho de no salir de casa -o no tener programada ninguna videollamada-, puede generar la tentación de estar todo el día desarreglados.

Se trata de una situación que, tal y como menciona la web de Creativos Online, suele afectar a los “trabajadores freelance”. Sin embargo, ahora se extendió hacia una serie de personas que estaban acostumbradas a la sociabilización continua con sus compañeros de trabajo, que ahora no tienen por el hecho de estar desde el hogar, con una modalidad muy diferente a la habitual.

Básicamente, el síndrome del pijama hace referencia al cambio de nuestros horarios de trabajo, donde no sabemos separar las responsabilidades del ocio. Es decir, normalmente acostumbramos a empezar nuestra rutina a una determinada hora, vestirnos, salir del hogar, transcurrir el tiempo trabajando, regresar, descambiarnos y poner la cabeza en otro lado. No obstante, trabajando desde el hogar esto puede complicarse.

El hecho de mezclar la vida personal con el trabajo puede ser una de las claves para comprender esta situación. Incluso, tal y como destaca el medio Sage, la procrastinación puede ser la “peor enemiga”. Como, en cierta medida, somos nosotros mismos los que organizamos nuestros horarios, sentimos que no hay presión y tendemos a perder mucho tiempo, lo cual hace que las responsabilidades se acumulen y terminemos tareas fuera del horario que habíamos estipulado.

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Incluso, en términos de salud, la web de La Nación menciona que el síndrome del pijama tiene una ambivalencia entre la comodidad y la expresión de angustia. Es decir, el hecho de trabajar desde el hogar nos genera una serie de comodidades, pero al mismo tiempo, como no tenemos la “adrenalina” por tener una mayor flexibilidad de horarios, corremos el riesgo de aumentar el estrés, sintiendo que nuestro día “jamás acaba” o que hacemos más cosas que en la modalidad habitual.

Afortunadamente, hay algunas estrategias para evitar este síndrome. La página PublicidadPixel hace foco en la disciplina y la organización, es decir, organizar nuestros horarios y actividades de una forma similar a la que tendríamos fuera de hogar. Esto implicaría ducharnos habitualmente, desayunar, ponernos ropa “de trabajo” y cumplir objetivos con horarios estipulados, aunque brindándonos ciertas libertades.

Haciéndolo de esta manera, podremos llegar, incluso, a trabajar mucho menos tiempo del que estamos acostumbrados. Es decir, la correcta optimización del tiempo podría sumar una nueva ventaja al home-office, que en sí mismo implica estar en la comodidad del hogar, pero donde también necesitamos reestructurar nuestros hábitos para comprender que no debemos procrastinar, sino cumplir con ciertos márgenes de flexibilidad.

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