ECONOMÍA

El triángulo del Litio tiene a Latinoamérica con la cabeza cuadrada

Este elemento encontrado naturalmente en nuestro planeta se ha convertido en la gasolina del mañana, pues sirve principalmente para fabricar las baterías de nuestros dispositivos.

Triángulo de Litio, compuesto por Bolivia, Chile y Argentina.

Triángulo de Litio, compuesto por Bolivia, Chile y Argentina. / Foto: Post Latinoamericano

LatinAmerican Post | Alberto Castaño

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El litio es un elemento de la tabla periódica, que quienes memorizábamos en el colegio cosas inútiles, encontrábamos debajo del hidrógeno en el primer grupo de elementos. Este elemento encontrado naturalmente en nuestro planeta se ha convertido en la gasolina del mañana, pues sirve principalmente para fabricar las baterías de nuestros celulares, computadores portátiles y de los cada vez más deseados autos eléctricos.

El mundo cambia cada día y muchas veces no vamos al ritmo de su cambio, pero con la explotación del litio, podrán salir de circulación los viejos vehículos de motores a combustión que se alimentan con hidrocarburos como la gasolina o el diésel. En pocas palabras el litio es la gasolina verde o mejor dicho, la gasolina blanca, pues ese es el color que tiene al extraerse y convertirse en carbonato de litio, la presentación en la que es comercializada internacionalmente y cuyo precio viene en aumento sin parar desde hace años gracias a su mayor demanda.

El 85% de las reservas mundiales de litio, de las que se tenga conocimiento hasta la fecha, se encuentran ubicadas en Latinoamérica, en un triángulo en tierras chilenas, bolivianas y argentinas.

A pesar de que los tres países podrían sacar inmensos dividendos de la explotación minera del litio, al parecer quedan descartados, al menos por el momento Bolivia, país que se ha negado a la minería con el argumento de proteger la calidad de vida de sus comunidades campesinas e indígenas, así como prevenir el deterioro de otros recursos naturales como el agua.

Por su parte Chile ya no otorga más concesiones y las dos grandes empresas que operan en ‘el país de la cueca’ se les permitió expandir su producción con la condición de que vendieran una cuarta parte de ella al consumo interno al precio más bajo del mercado en el momento de la transacción. Por lo anterior, sería Argentina quien podría eventualmente sacar un mayor provecho de sus recursos del subsuelo.

Sin embargo, las comunidades asentadas en el norte de la República Gaucha son las más descuidadas por el estado y cuyos índices de pobreza sobresalen por encima del resto del país. En la provincia de Jujuy, colindante con Bolivia y Chile, se encuentran grandes yacimientos de este elemento, pero las comunidades se oponen determinadamente a permitir la minería en su territorio expulsando incluso multinacionales que lo pretenden.

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Es que para entender la oposición de los pobladores de este altiplano a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar hay que explicar que el litio se encuentra en el subsuelo en lo que se conoce como la “salmuera”, que no es nada más que agua saturada de sal. Para extraer el litio hay que ‘cosechar’ la salmuera, dejarla al sol y que el astro rey haga su trabajo de evaporar cerca de 500.000 litros de agua para obtener una tonelada de litio, luego pueden gastarse cerca de 30.000 litros más de agua dulce para obtener el carbonato de litio listo para exportar. Hay que advertir que para mover un Tesla se requieren 45 kg de carbonato de litio.

En las Salinas Grandes y la Laguna de Guayatayoc, hábitat natural de grandes bandadas de flamencos rosados de varias especies se leen claramente los letreros que dicen “el litio de hoy es el hambre del mañana” y sus pobladores conocedores de las dinámicas de su región afirman que con la industria extractiva del litio se afectarán las fuentes de agua dulce que sustentan la tradicional y precaria economía de la región.

Y es que las reservas estimadas no son poca cosa, si se piensa que la tonelada de litio está entre USD $15 mil y los USD $20 mil y que Argentina tiene cerca de 100 millones de toneladas, según Alejandro moro, gerente general de Rincón Mining Ltd, es cuestión de poner las cuentas claras para darse cuenta de qué tan próspero y al mismo tiempo delicado podría ser este negocio del presente y futuro próximo.

El mayor consumidor de litio del mundo es la República Popular China, que se lleva el 62% de la tajada mundial seguido por el resto de Asia con un 23%, Europa con un 7%, Norteamérica 5% y el resto del planeta demanda el 3% de la producción mundial.

Entre el 2008 y el 2018, el consumo total de litio en el mundo aumentó cerca del 140% y particularmente en el segmento de los dispositivos electrónicos aumentó en más de un 130%, por supuesto coincidiendo con la llegada de los smartphones. Fue a finales de 2007 cuando se lanzó el primer iPhone y con él, se inició la gran carrera en la industria para igualar y superar al popular teléfono de Apple.

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No sólo fue el aumento en la cantidad de los dispositivos consumidos alrededor del mundo, a ello se sumó la multifuncionalidad de los teléfonos móviles, cámaras, aplicaciones, pantallas táctiles y un sinnúmero más de artilugios exigían mayor consumo energético y por supuesto el aumento en el tamaño de los dispositivos ha generado la demanda de baterías más grandes.

Pero no sólo para fabricar baterías para los populares Tesla y otras marcas de carros eléctricos se usa el litio. En pequeñas cantidades también es usado en sectores como el farmacéutico, los textiles, el cemento e incluso para la generación de energía nuclear. El tratamiento de la depresión y desórdenes de bipolaridad requieren el litio en pequeñas proporciones, como aditivo en las industrias textileras y cementeras, cremas dermatológicas y hasta es usado para la fabricación de medicamentos para bajar de peso.

Entre la demanda de litio en el mundo por parte de las superpotencias tecnológicas, la ambición por aprovechar esa demanda por parte de los países que poseen las reservas más grandes y las angustias de los pobladores más pobres de los países donde se encuentra l llamada “gasolina limpia” o el “petróleo blanco”, se debate el futuro de lo que hoy se conoce mundialmente como El Triángulo del Litio.

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