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Bolivia: desde “somos presidentes” hasta “Evo o ninguno”

El 20 de octubre de 2019 pasará a la historia como el día en el que Evo Morales pretende un cuarto periodo presidencial al frente de Bolivia, país que gobierna desde hace aproximadamente 13 años y que con un corte socialista, se ha hecho un espacio en la historia como el primer presidente indígena en un país en donde el 60% de sus habitantes son indígenas.

Presidente de Bolivia, Evo Morales.

Presidente de Bolivia, Evo Morales. / Foto: REUTERS

LatinAmerican Post | Alberto Castaño

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Para Bolivia, ‘la era Evo Morales’ inició con la ascensión a la presidencia de un ciudadano de origen indígena, humilde y pobre, líder cocalero y, como se ha descrito él mismo muchas veces, “un excluido más”. Ese 22 de enero de 2006 llegó al primer cargo de la nación, representando el Movimiento Al Socialismo (MAS) con una arrolladora votación de más del 50%; aquel indígena de la etnia Uru, nacido en Oruro, un pequeño pueblo que no aparecía ni en los mapas de la nación andina.

Hoy por hoy, Evo Morales es el presidente que más tiempo ha gobernado Bolivia y esto es, desde el pasado 14 de agosto de 2018, cuando acumuló en la silla presidencial 4.587 días, venciendo a Víctor Paz Estenssoro, quien gobernó hacia mediados del siglo pasado. A diferencia de Morales, sus mandatos no fueron consecutivos.

Habiéndose alzado con la conquista de tres elecciones presidenciales la de 2005, con un 54% frente al 28% de su contrincante más cercano, Jorge Quiroga; en 2009 con el 64%, ganándole a Manfred Reyes, quien obtuvo el 26%; y finalmente en 2014, cuando sepultó con un 63% al opositor Samuel Doria quien sólo logró el 24%. Morales ha sido considerado como el líder socialista más exitoso del presente siglo y aunque muchos afirman lo contrario, lo cierto es que la voluntad ciudadana a través de la decisión democrática lo ha acompañado durante estos 13 años.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Las cifras que apoyan a Evo Morales

Las cifras lo acompañan, en un país en el que el 60% de sus ciudadanos son indígenas y que nunca había tenido un indígena gobernando, esta población se quejaba intensamente de los niveles de pobreza extrema, que alcanzaban el 38% al llegar Morales a la presidencia en 2006. Al corte del año 2017, esa cifra se contrajo hasta el 15,2%, eso es menos de la mitad de personas que padecen las inclemencias de la pobreza extrema en el país.

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Otra de las cifras que acompañan el mandato del líder cocalero es el ingreso per cápita del país. En 2005, antes de su ascenso al poder, Bolivia mostraba la cifra de 1.046,43 USD y años después, en el 2017, las cifras se triplicaron y más, llegando a los 3.393,96 USD, lo que significó que por primera vez en la historia de su vida republicana, la mayoría de los bolivianos dejaron de ser pobres.

Todo esto se ha logrado aplicando lo que sus opositores aseguraban como la segura debacle de la economía boliviana. Medidas como la nacionalización de algunas empresas y el incremento de los cobros que petroleras privadas deben hacerle al estado Boliviano en contraprestación por la explotación de sus recursos. En 2002, la proporción de ganancias era francamente desproporcionada, los privados se llevaban el 82% de las utilidades haciendo pagos irrisorios al estado de tan sólo el 18%.

Al llegar Morales en 2006, inmediatamente corrigió esa balanza dejando a cada una de las partes con el 50% de las utilidades del negocio de la industria extractivista, lo que significó la posibilidad de incrementar el gasto social boliviano.

Lo que en las economías neoliberales de Latinoamérica ha sido catalogado como “paternalismo estatal”, no tuvo los nefastos efectos que los opositores anunciaron al inicio del mandato del “Jefazo”, como se le conoce a Morales Ayma. Por el contrario, la economía de Bolivia ha crecido en su mandato de tal manera que muchos otros países podrían envidiarle, pues hacer crecer la economía en un promedio de 5% anual es una cifra inédita en la historia del país si se compara el PIB registrado para el 2005, de USD 9.549 millones con los USD 40.288 millones reportados en el 2018 según datos del Banco Mundial.

En el tema de analfabetismo y esperanza de vida, son contundentes los datos que revela el banco mundial. En 2015, el 7,6% de la población boliviana no sabía ni leer ni escribir, al terminar el 2017 era el 2,52% de sus ciudadanos. La esperanza de vida de los bolivianos era de 59 años en el 2005, pero el mismo Morales reportó una edad de 72 años a principios del 2018, a pesar de haber admitido varias veces que la cobertura de salud aún es un tema en el que se debe trabajar mucho.

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No todo ha sido fácil

Su único revés en las urnas, se dio el 21 de febrero de 2016, cuando se celebró un referéndum constitucional que pretendía permitir al presidente y vicepresidente de la nación andina elegirse por dos periodos consecutivos. Los resultados fueron adversos a los deseos de Morales a la pregunta: “¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos dos veces de manera continua?”.  La respuesta de los electores, aunque muy parejas las votaciones, fue clara: 51% de los votantes dijeron NO y el 49% restante dijo SÍ.

Y es que a pesar de que sus intentos por un cuarto mandato han sido rechazado por el mismo pueblo que lo eligió. Evo logró salir al paso en un controvertido giro judicial que le permitió volver a participar y eventualmente conseguir una nueva reelección a través de un fallo del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia (TSE). Hacia finales de 2018 la presidenta del TSE, María Cristina Choque, leyó una resolución en rueda de prensa, sin aceptar preguntas, habilitando la candidatura de Morales como aspirante a la presidencia, acompañado de Álvaro García Linera como su fórmula vicepresidencial. Choque argumentó que impedírselo constituía una violación a los derechos humanos y políticos del ciudadano Evo Morales.

En pocos días, Bolivia vivirá una de sus más intensas jornadas electorales, en la que se escucharán arengas en favor del indígena cocalero y del sector del pueblo que representa, que pasó de corear “somos presidentes” reconociendo que por primera vez la mayoría de la población boliviana tenía un representante y una esperanza en el poder, al grito actual “evo o ninguno”. Este supone un estrangulamiento a cualquier nueva figura de la política llamado a reemplazar a quien ha obtenido más méritos políticos, sociales y económicos en 13 años que muchos de sus predecesores de derecha en décadas y décadas.

No sólo los tradicionales opositores del líder indígena han criticado sus aspiraciones de perpetuidad en el poder, también antiguos compañeros de lucha que lo acompañaron por largos años, reprochan este intento de Morales y la forma para lograr participar el 20 de octubre de 2019 en las elecciones presidenciales en Bolivia. De cualquier forma, Morales Ayma ya ostenta un sitial de honor en la historia de su país como dirigente de izquierda durante más de 13 años.

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