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La infancia y la fábula en “El tamaño de las cosas”

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El segundo corto de Carlos Montoya, ganador de la del premio especial de la Generation K Plus, se estrenó en Cine Tonalá en el marco de Bogoshorts Sessions

La infancia y la fábula en "El tamaño de las cosas"

El pasado martes 30 de abril en Bogotá, se estrenó el cortometraje El tamaño de las cosas de Carlos Montoya, después de haberse llevado el premio especial de la categoría Generation K Plus en la Berlinale, el festival de cine más importante de Alemania. Esta proyección estuvo enmarcada en las Bogoshorts Sessions, una iniciativa bogotana que le apuesta al corto y cuyo espacio en Cine Tonalá es todos los martes en la noche.

La infancia y la fábula en "El tamaño de las cosas"

Read in english: Childhood and the fable in "El tamaño de las cosas"

En los 12 minutos que dura el corto, vemos a un niño que se encuentra con una silla en la mitad de un bosque cerca a su casa. La lleva a su precario hogar y su padre le dice que tiene que devolverla, que no debe tomar lo ajeno. Así comienza la obsesión con este objeto que, a la vista del niño y de los espectadores, hasta del papá, empieza a cambiar de tamaño, sin explicación, sin patrón. ¿Representa el objeto el estado interior del niño, o solo es un fenómeno sin ninguna relación con los humanos que son testigos de su cambio?

Sin embargo, como afirma Montoya en una entrevista para El Tiempo, buscar ese nivel simbólico no siempre es necesario: “No sé si hablar de simbolismo, nunca he pensado que los elementos de la historia representen otras cosas distintas a lo que son (…) El cine tiene esa potente virtud de ser concreto y material y, al mismo tiempo, tocar otros niveles de la percepción. En el cine, una silla es una silla, no es el símbolo de una silla o su representación”. Si tomamos esto como premisa, el cambio de tamaño de la silla adquiere otro nivel de interpretación, en el que no hay que fijarse tanto en lo que representa la silla para el niño, sino en simplemente ser testigos de lo que sucede, sin juzgarlo, sin buscar una explicación, tal como lo son el niño y su padre.

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La infancia, la fabula y el cortometraje

La categoría Generation K Plus, en la que ganó el premio en Berlín, se enfoca en el mundo infantil y juvenil, lo que no quiere decir que su público sean solo los niños. Tal como señala la página oficial del festival sobre esta sección, “la selección se enfoca en películas que toma seriamente a la gente joven en sus narrativas y en sus lenguajes cinematográficos. Películas que son contadas a través de los ojos de sus jóvenes protagonistas y hacen sus mundos tangibles. Películas que abren las puertas de las audiencias a mundos no familiares. Películas que requieren valentía y fomentan la conectividad. Películas que sostienen un espejo al mundo adulto.” Por lo anterior, el concepto de qué se entiende por infantil adquiere matices más amplios y de lo que pensamos por películas para niños.

Montoya, en entrevista con LatinAmerican Post en el estreno, dijo: “no es que yo haya pensado hacer cortos para el público infantil, sino que en las historias la fábula es naturalmente una narración del estado de la vida que ocurre en la primera infancia. Entonces yo creo que las historias que estamos haciendo en este proceso, son historias para todo público”. Así, no solamente asocia lo infantil con una sensibilidad de cualquier edad, sino que lo asocia con un género con el que todos crecimos: la fábula.

Sin embargo, no es la fábula en un sentido cristiano y de cómo hacer el bien, sino en un sentido de una enseñanza cruda y ambigua como en las fábulas clásicas. Al respecto, él menciona que en el corto “sí hay un tema moral, no sé si una enseñanza, porque habría que ver si realmente el corto o las fábulas antiguas tenían una enseñanza tan clara, a veces eran cosas bastante crudas y directas.”

La enseñanza a partir del espacio de la infancia no ordenaba a cumplir una ley, sino que interpelaba al espectador y dejaba la interpretación moral a su juicio: “primero estaba lo moral como una fuente que no tenía juicio, se mostraban las historias y luego la gente juzgaba, y la cosa derivó o degeneró un poco en la moraleja, pero interesante es que una historia sí toque el asunto moral de un ser humano enfrentado a una decisión”

La infancia y la fábula en "El tamaño de las cosas"

De la filosofía al cine

Como cuando comenzó sus estudios universitarios no existía una Escuela de Cine en Medellín, Montoya decidió estudiar filosofía, y dice que “apareció como una posibilidad de acceder a una formación académica muy solida, (…) finalmente siempre seguí trabajando en el cine durante la carrera, seguí haciendo cosas, yo era camarógrafo durante mucho tiempo y haciendo documentales”. Aun así, logró conectar sus estudios con el cine a través de los textos de Gilles Deleuze y después estudiando escritura creativa enfocada en guión.

En cuanto a su finalidad con el cine, en el Q & A después de la proyección, el director mencionó que su intención eran las ganas de hacer cine para gente del campo, o más bien con ellos como actores y participantes del cine. Entonces, no solamente buscar darle significado al mundo rural colombiano, sino que hacerlos participes del mundo simbólico e identitario que se gesta con los medios audiovisuales. De esta manera, personas como José, el padre del niño en el corto, que nunca había ido al cine, podrán decir que no solo están orgullosos de estar una película, sino de ver cine colombiano.

 

LatinAmerican Post | Juan Gabriel Bocanegra

Copy edited by Juliana Suárez

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