ANÁLISIS

¿Por qué ver Vice en tiempos de paz?

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Vice es un retrato de una sociedad americana polarizada que debería cambiar si quiere tiempos de paz. Cualquier parecido con Colombia no es pura coincidencia

¿Por qué ver Vice en tiempos de paz?

Me compré el pasaporte de Cine Colombia para disfrutar de cinco películas nominadas a los Óscar este año. Terminé viendo Vice de primera porque se ajustaba a mi horario, y así, sin muchas expectativas, me senté por dos horas a ver qué pasaba. No salí decepcionada: Vice me dejó impactada con su narrativa visual, con sus actuaciones y, sobretodo, con el poderoso mensaje que tiene detrás.

Read in english: Why you must watch Vice in times of peace?

 

A través de la historia del vicepresidente Dick Cheney en el mandato de George W. Bush, Adam McKay muestra la realidad de un hombre potenciada a la realidad de una sociedad. Cheney es un monstruo silencioso. Este tipo tiene más vidas que un gato, una mente astuta y brillante, y un corazón más frío que el hielo del Ártico. ¿Qué lo hace tan interesante? Pues que supo manejar y manipular el poder según sus intereses, hasta el mismísimo presidente Bush se dejó mangonear. Dick Cheney es un maestro en todo el sentido de la palabra, pero eso mismo lo llevo al extremo en su propia isla de poder e influencia.

No pienso contarles la película porque deben verla sí o sí. Vice es necesaria, y lo es porque entre otras cosas critica y pone en tela de juicio la peligrosa bipolarización que rige este mundo, incluyendo a Colombia, que últimamente está (o parece estar) bastante dividido. Aquí en Colombia todo tiende a ser blanco o negro, derecha o izquierda, sur o norte, y así no se puede avanzar. Aquí nos tildamos según posturas políticas y sociales que no tendrían por qué definir a nadie. El problema es que sí lo hacen, porque, como decía Héctor Abad Gómez, cuando alguien está convencido de que lo que cree es correcto y no acepta una posición diferente, se convierte en un fanático. Y un país de fanáticos es lo menos favorable para avanzar. Que haya diversas posturas, sí, claro, obvio, pero que se respeten y se entiendan; eso es lo que tenemos que hacer en tiempos de paz en Colombia.

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Una película como Vice no solo sorprende, sino que impacta e informa. Ahora que lo pienso mejor, no es el mensaje en sí, sino cómo lo muestra, y por eso que Cheney no es el fin, sino el medio. La política manipulada para favorecer a unos pocos tiene consecuencias, a menudo nefastas, desde todos los ámbitos posibles: sociales, económicos y hasta familiares. Eso lo demuestra Vice al combinar la historia personal y familiar de Cheney con su recorrido laboral y político, que, aunque él mismo quisiera evitarlo, se entretejieron de manera definitiva. Es justo en estos tiempos de paz que la historia de un personaje como éste debería ser testimonio, en Colombia y en el mundo, de hasta dónde puede llegar la política polarizada y extremista en manos de pocos. Más aun si esos pocos en ningún momento hablan en términos de ética, moralidad o beneficio para las personas. Así que en últimas, ¿a quién afecta? Pues a todos nosotros, y entonces el problema se transforma y ya no es exclusivo de los que tienen el poder, sino de la población que no puede, no sabe, o no quiere ponerles el tatequieto.

La escena post-créditos de Vice es la mejor (¡spoiler alert!), porque cuestiona el enfoque mismo de la película y deja muy en claro que no aboga por la derecha, pero que, por querer conocer y entender los hechos reales, tampoco tiene que ser tildada de izquierda. En últimas, Vice es en realidad una lección de educación cívica disfrazada de biopic político. Así que en estos tiempos de paz los invito a conocer los hechos, a informarse, a entender, y a no juzgar a la ligera. Eso no significa que sean de un lado o de otro, simplemente están ejerciendo su legítimo derecho a buscar la verdad sin garantizar que algún día la podamos encontrar. Pero sí podría significar que hay esperanza.

Ah, y vayan a ver Vice. Es pertinente, entretenida, muy bien hecha y, además, real.

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LatinAmerican Post | Sofía Machado

Copy edited by Juan Gabriel Bocanegra

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