ANÁLISIS

Venezuela: Una cortina de humo en Latinoamérica

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En varios países del continente ocurren actualmente hechos de suma gravedad, pero  para la OEA y otros organismos internacionales parece que lo único que importa es la crisis venezolana

Venezuela: Una cortina de humo en Latinoamérica

Sin desconocer la gravedad de la situación en Venezuela, la crisis económica que enfrenta, la magnitud del fenómeno migratorio, la tensión y los cuestionamientos al gobierno de Nicolás Maduro, es un error pensar que ese país es el único lugar donde están pasando cosas y deben estar puestos los ojos de la comunidad internacional, para que se genere una campaña de la magnitud de la que desde hace tiempo se ha emprendido por Venezuela.

Read in english: Venezuela: A smokescreen in Latin America

La agenda mediática y las discusiones públicas que mueven la  geopolítica latinoamericana tienen un único tema, y este es la situación de Venezuela. Sin embargo, es claro que Venezuela no es el único país al que hay que prestar atención y por más grave que sea lo que pasa allí, tampoco debe ser el único tema que preocupe y despierte el interés de la OEA, el Grupo de Lima, el gobierno de Estados Unidos y otros tantos de la región, especialmente aquellos que son ideológicamente diferentes al que rige en ese país.

La reciente declaración del Grupo de Lima, en la que se desconoce al gobierno de Nicolás Maduro y se insta a este a ceder el poder para facilitar una transición, se suma a las permanentes declaraciones del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, quien también es vehemente al rechazar al gobierno de Nicolás Maduro y condenar todo lo que actualmente pasa en Venezuela, exigiendo (por supuesto) la salida de Maduro del poder.

Sin embargo, la vehemencia, la constancia, el interés y la preocupación por Venezuela desaparecen cuando se trata de hablar sobre lo que pasa, por ejemplo, con los asesinatos sistemáticos de líderes sociales en Colombia, la indignación por la salida de la CICIG en Guatemala, la agudización de la crisis migratoria en Centroamérica y otras tantas situaciones que también están ocurriendo actualmente. Todos esos organismos, gobiernos y personajes de tanta influencia en el continente, guardan  absoluto silencio ante estos hechos, sencillamente porque en su agenda solo hay espacio para hablar de Venezuela.

No es Venezuela, es Latinoamérica:

Como si se tratara de asuntos de mínima importancia, aquellos que con tanto ímpetu hablan de Venezuela desconocen por completo la complejidad y la gravedad de lo que pasa en países como Colombia, donde a la fecha y luego de la firma del acuerdo de paz, el 24 de noviembre de 2016, han sido asesinados 229 líderes soiales y defensores de Derechos Humanos, tal como lo señala el analista y subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, Ariel Ávila:

 

El hecho ha sido denunciado varias veces por organizaciones defensoras de Derechos Humanos, ONG’s y activistas, pero además preocupa a la ONU, que en más de una ocasión ha instado al gobierno colombiano a que actúe para detener la masacre de estas personas.

Ahora bien, si se mira a Guatemala la situación no es menos grave y en este caso, el silencio también ha sido una constante. Desde que el presidente de ese país, Jimmy Morales, le declaró la guerra a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), los guatemaltecos han estado en una movilización permanente de la que han salido nuevas de denuncias de casos de corrupción y un rechazo contundente al gobierno que preside Morales.

Luego de que el pasado 8 de enero el presidente Morales expidiera un decreto para dar por terminado el trabajo de la CICIG y obligar a esta a abandonar el país, la ciudadanía guatemalteca salió nuevamente a las calles para protagonizar una gigantesca movilización que cumple más de una semana, la cual ha sido denominada: #NoAlMoralazo.

 

Por otra parte, desde que a mediados de octubre  de 2018 comenzaron a salir con rumbo a Estados Unidos las caravanas de migrantes provenientes de Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala, como consecuencia de  la pobreza, la violencia y la corrupción que se agudizan en esos países día a día, el silencio de la OEA y todos aquellos que permanentemente hablan con tanta propiedad de Venezuela, también ha sido evidente.

Justamente, el pasado 14 de enero salió de San Pedro Sula (Honduras) una nueva caravana de migrantes con rumbo a Estados Unidos:

 

También puede leer: No es Venezuela, es Honduras

Independientemente de lo grave y trágico que pueda llegar a ser la realidad de Venezuela, esto no puede convertirse en una cortina de humo que utilicen la OEA, el Grupo de Lima y varios gobiernos del continente para desconocer que en otros países y en sus propios territorios, hay situaciones tan graves e incluso peores que la de Venezuela. La realidad de Latinoamérica exige coherencia y acciones efectivas que garanticen la democracia y la salvaguarda de los derechos y las libertades de los ciudadanos, no solo de Venezuela sino de todos los países, sin la doble moral que caracteriza a más de un preocupado por los venezolanos.

 

LatinAmerica Post | Samuel Augusto Gallego Suárez

 

* La opinión del redactor no representa la del medio

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