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‘La Tintorería’: ejemplo de la unión Colombo-Venezolana

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‘La Tintorería’ es más que una cafetería, es una apuesta por la unión entre dos países vecinos que necesitan aprender a convivir

'La Tintorería': ejemplo de la unión Colombo-Venezolana

‘La Tintorería’ es el nombre que una pareja le dio a una cafetería ubicada en pleno barrio de La Candelaria en Bogotá. No es común. Primero, el café es campesino, que no sabe igual, sabe mejor. Además, tiene algo más que canela y panela. Tiene otros aires, y un toque de vainilla.

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Ante todo, es manifestación de las maravillas de la mezcla, porque sus propietarios son de dos países; la alegría de lo distinto, la alquimia de dos mundos. Insinúa “frentera” y tangiblemente que la unión de diferentes culturas, y, por ende, corazones es la clave que vence el repudio e inicia el progreso de los pueblos.

Principios

“Yo pedía igualdad porque no vine a quitarle el trabajo a nadie”

Carlos tiene 23 años y es uno de los jóvenes propietarios de ‘La Tintorería’. Tras su migración cuenta que inició a trabajar en Bogotá bajo un franco principio de igualdad y consideración con su nueva urbe: “Yo pedí que me trataran igual”, dice resuelto y descomplicado.

Carlos resume su proceder en que “no pedía menos que un colombiano porque no vine a quitarle el trabajo a nadie”. Bajo esos mismos principios, ahora reforzados con la calidez de su socia colombiana, han logrado ser una fuente de empleo en el emblemático barrio de la capital colombiana. 

No obstante, Carlos ha sido víctima de la xenofobia que nubla los corazones de muchos. Resiente el disparate ajeno cuando aún así lo llaman “muerto de hambre” por la calle, las ironías de la vida. Se ríe apenas. Insiste y reconoce que uno puede lograr lo que busca en Bogotá. 

El nombre

Una vez dentro de la cafetería, el nombre empieza a resonar como algo inusual justo después de sentirse cómodo en su ambiente. Un ambiente que transmite lo propio de un local que es patrimonio de la ciudad.

Podría inventar una historia breve, como que el nombre le perteneció a algún negocio anterior (pero no, en esa misma esquina antes se vendían obleas). Pero la respuesta es más simple y juega con los significados. Entraña la fórmula clave de la cafetería. La combinación. Esta vez de dos palabras: tinto (café expreso, negro) con la actividad de tomar tinto. Tal vez, una sola mente inmersa en la cotidianidad de Bogotá no hubiera pensado en esa fórmula —simplemente no.

Sería una cafetería más y ya. Pero, a una pareja colombo-venezolana, ambos en sus veinte años, sí. La mezcla de ideas procedentes de culturas distintas hace surgir precisamente estas inflexiones intangibles, llamativas, que van enriqueciendo el lugar ya destacado por el estilo “candelaria”: hecho de madera, ladrillos, iluminación cálida, ornamentos colgados aquí y allá, vajilla sencilla y elegante. Todo rústico, como organizado sin organizarlo.

Unidos por el café

La Tintorería es también el resultado del amor. El amor que unió a sus propietarios y que mantiene unido a dos países (Colombia y Venezuela). Juntos evocan lo mejor de sus hemisferios y reiteran el espíritu de la cafetería: es el mismo mundo, diferente como es, en un solo lugar. Unidos (con amor) por el café, que sirve de excusa para disolver lo lejano y maximizar toda diferencia.

 

LatinAmerican Post | Harry Wong

Copy edited by Juliana Suárez

 

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