ANÁLISIS

América Latina no está lista para ser sede del Mundial

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Tras lo ocurrido en la final River-Boca, y otros sucesos precedentes, es utópico pensar en ser realizar grandes eventos

América Latina no está lista para ser sede del Mundial

Quienes amamos el fútbol y residimos en América Latina, sea cual sea el país, somos tan capaces de hacer una fiesta con este deporte como de arruinarlo todo en cuestión de segundos. La pasión, esa que siempre nos han endilgado en relación a esta disciplina, nos suele superar y por momentos, nos vuelve seres poco pensantes, violentos e irracionales.

Por eso, cuando hace un par de años Argentina, Uruguay y Paraguay presentaron en Buenos Aires su candidatura para organizar en conjunto el Mundial de Futbol de 2030 ante Gianni Infantino, presidente de la FIFA, nos emocionamos. Claro, es mucho más fácil reunir el dinero y acercarse, aunque sea por vía terrestre a cualquiera de estos tres países, que hacerlo a Catar en 2022 o incluso a Estados Unidos, México y Canadá en 2026.

La candidatura está, amparada en el cumplimiento ese año del primer centenario de la historia de los mundiales, sin embargo, ya analizando en frío, es casi utópico pensar que se le puede ganar (al menos desde la perspectiva de hoy) a otras fuertes candidaturas como la de Marruecos, la de Inglaterra, la conjunta de Portugal y España e incluso, la conjunta entre China, Corea del Sur y Corea del Norte. Ni siquiera hablemos de aspectos logísticos y de desarrollo en los que estamos por detrás de estas naciones, hablemos hoy solo del aspecto cultural.

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¿Muy atrasados en lo cultural?

Con dolor debo responder que sí, desde mi perspectiva. América Latina, esa región del mundo que genera tantos talentos para el fútbol, y en la que este deporte es una religión, ha tenido comportamientos que la perjudican, por ejemplo, a la hora de recibir un evento de grandes magnitudes. Recientemente, lo demostró Argentina en lo que se supone sería el juego de vuelta de la final de Libertadores entre River Plate y Boca Juniors, el pasado 24 de noviembre. Una vergüenza.

No ahondaremos en los detalles ya ampliamente conocidos, pero desde luego, que le quedó grande a un país tan futbolero como Argentina tener a sus dos máximos representantes en la final del certamen continental. Una vez más, la pasión les jugó una mala pasada, y la final –al momento de redactar este artículo- se estudiaba sería mudada a Asunción (Paraguay), y la fiesta se eclipsó por culpa de una minoría. Lo que un respetado medio deportivo internacional calificó como “La Final del Mundo” terminó siendo en realidad una vergüenza mundial.

Ya Brasil recibió fuertes críticas en 2014 por problemas logísticos durante la Copa del Mundo, imagínense si a esos problemas –por más que sean reducidos durante el hipotético mundial 2030- le suman actos vandálicos, violencia, e ineficiente seguridad. ¿Cómo quedará la FIFA en todo esto?, quizá peor de lo que quedó Conmebol tras el bochorno de hace unos días en el Monumental de River.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Antecedentes que no ayudan

Cronológicamente iniciamos en la Copa América Colombia 2001 en la que no se registraron actos violentos pero los secuestros y las extorsiones estaban a la orden del día. Las dos principales selecciones del continente no estuvieron de acuerdo en jugar y por ello, Brasil envió un cuadro alternativo y Argentina ni siquiera asistió. Su lugar fue ocupado por Honduras.

Dos años después, en 2003, la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) suspendió la sexta jornada del fútbol argentino, gracias a una orden judicial que imposibilitaba a la policía federal participar por dos semanas en los operativos de seguridad en los estadios de Buenos Aires, en los que se juegan gran parte de los partidos de la liga.

Varios años después, en 2017, fue la Liga de Fútbol de Uruguay la que suspendió sus actividades luego de que varios árbitros fuesen agredidos en un partido entre Platense y Basáñez de la categoría sub19. Todos estos casos no pueden repetirse, y al menos, en ese sentido, comenzar a dar pasos de una sociedad más preparada para los grandes eventos del fútbol.

La FIFA no es tonta, y los esfuerzos de Argentina, Uruguay y Paraguay deben ser precisamente eso, monumentales, para que el máximo organismo del fútbol los declaré sede dentro de 12 años. Hoy es imposible, y no solo por lo ocurrido en el River-Boca, sino por lo que ha acontecido históricamente en otros eventos que mencionamos a continuación y que hace la loza mucho más pesada. Falta mucho y tenemos derecho a soñar con organizar ese mundial, pero nos vendría bien ser más realistas, y, sobre todo, aprender a comportarnos, al final de cuentas, es solo un juego.

 

LatinAmerican Post | Onofre Zambrano

* La opinión del redactor no representa la del medio

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