AMÉRICAS

Abstención: La raíz de los males de la democracia colombiana

En las elecciones legislativas y presidenciales de 2018, la abstención nuevamente será determinante para decidir el rumbo del país en los próximos cuatro años

democracia colombiana

Sin duda, el hecho más importante para Colombia este año serán las elecciones legislativas y presidenciales. Los comicios se realizarán, respectivamente, en marzo y mayo. Históricamente, los electores colombianos se han caracterizado por una tendencia a la abstención, que ha perjudicado el ejercicio de la democracia en el país. La abstención ha estimulando fenómenos como la compraventa de votos y el clientelismo, que inciden en los resultados electorales generando otros males que, a su vez, profundizan las problemáticas sociales, económicas y la corrupción que tanto ha afectado al país.

Si se quiere hablar del impacto y las consecuencias de la abstención, basta con decir que el actual Congreso de la República, elegido en el año 2014, ha sido epicentro de escándalos de diversa índole durante todo su periodo. Los escándalos van desde los vínculos de varios congresistas con Odebrecht, hasta los nexos con grupos paramilitares. Es más un buen número de congresistas heredó su curul de familiares condenados por parapolítica.

 

De acuerdo a lo anterior, vale la pena revisar cómo fue la votación al congreso en 2014, según los datos de la Registraduría Nacional:

 

Senado

  • El potencial electoral fue de: 32’835.856 personas
  • De las cuales votaron únicamente: 14’310.367 personas
  • Es decir, nada más el: 43,58%

En Cámara de Representantes

  • El potencial electoral fue de: 32’835.856 personas
  • De las cuales votaron únicamente: 14’309.641 personas
  • Es decir, nada más el: 43,57%

En el caso de las elecciones presidenciales, aunque el debate se centró en la continuidad o no del proceso de paz, que en ese entonces se llevaba a cabo con la ex guerrilla de las FARC, ese factor poco estimuló a los electores para que ejercieran su derecho y cumplieran con su deber de votar.

En ambas vueltas (considerando que el actual presidente, Juan Manuel Santos, perdió la primera ronda contra el candidato Óscar Iván Zuluaga), la diferencia entre los candidatos fue inferior al 10%. Al final, como sucedió en las elecciones legislativas, una mínima parte de la población fue la que terminó decidiendo por todos los ciudadanos.

Según la Registraduría, la votación de las elecciones presidenciales de Colombia en 2014, fue la siguiente:

  • El potencial electoral fue de: 32’975.158 personas
  • De las cuales votaron únicamente: 15’818.214 personas
  • Es decir, nada más el: 47,97%
  • Por Juan Manuel Santos votaron: 7’839.342 personas
  • Por Óscar Iván Zuluaga votaron: 6’917.001 personas

Teniendo en cuenta los hechos de corrupción que marcaron la arena política, es importante mencionar que los dos candidatos de la segunda ronda para la Presidencia de Colombia en 2014 fueron financiados por Odebrecht. Santos durante su primera campaña en 2010 y Zuluaga en 2014.

Esta situación lleva a pensar que el verdadero problema de la democracia colombiana es la abstención, ¿por qué razón?

 

La mayoría de congresistas que hoy ocupan una curul en el legislativo colombiano, no llegaron ahí por la calidad de sus propuestas o por su capacidad para proponer leyes que beneficien a la mayoría de los ciudadanos. Por el contrario, llegaron ahí porque heredaron los votos de sus familiares cuestionados o condenados por algún delito, o porque simplemente consiguieron los votos con prebendas y otras maniobras ilícitas e ilegítimas.

 

En el caso de las elecciones presidenciales, ocurrieron casi los mismos fenómenos, pero particularmente se debe decir que Juan Manuel Santos es posible que haya logrado ganar en segunda vuelta, en buena parte, gracias al apoyo que recibió de mafias políticas, sobre todo en la región caribe, donde quienes le pusieron votos hoy están en la cárcel.

 

Este ciclo se repite cada cuatro años como si fuera un Deja vu, pero la historia podría ser otra si la mayoría de ciudadanos se diera cuenta del valor y la importancia que tiene su voto, y no le pusiera precio.

 

Si todos los colombianos ejercieran su derecho y cumplieran su deber de votar, conscientemente, sin esperar a que alguien más decida por ellos y sin lamentarse por lo que sucede luego de cada elección, tal vez la historia de Colombia sería mejor de lo que es ahora.

 

LatinAmerican Post | Samuel Gallego

 

Copy edited by Marcela Peñaloza

 

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Botón volver arriba