ANÁLISIS

La restauración conservadora en Sur América y la política hegemónica en la vecindad

Frente a la idea repetida de que en Sur América se hace inminente el retorno de los gobiernos de derecha, se hace necesaria la pregunta ¿qué tan hegemónica ha sido la izquierda en la región?

Latinoamérica Política

Recientemente, buena parte de los opinadores políticos de la región se han referido a lo que denominan como una inminente restauración conservadora en Sur América. Con esta idea, se insiste en que la región está siendo escenario del reposicionamiento de los partidos y movimientos de derecha que habían perdido influencia y elecciones con sus antagonistas de izquierda durante los últimos 15 años. La tensa situación social en Venezuela, el triunfo electoral de Macri en Argentina, los supuestos casos de corrupción en los gobiernos de Lula y Rousseff, entre otros, parecen ser muestras del colapso de la izquierda.

La idea no deja de ser provocadora y debe tomarse con pinzas pues el asunto es mucho más complejo de lo que se supone y no puede reducirse a un mero asunto electoral. Es un asunto de hegemonía.

Habitualmente se habla de hegemonía para referirse a sucesivos triunfos electorales de una agrupación o la condición militar superlativa de algún actor político. Sin embargo, esto no es preciso.

La hegemonía es el poder adicional del que gozan los grupos dominantes para hacer coincidir sus intereses con el interés general. Es un asunto de identificación y legitimación. Hegemonía no debe confundirse con dominación, situación en la cual la única garantía del poder es la coerción.

Decía un pensador argentino que para entender el significado de hegemonía, podemos pensar en la palabra “sinécdoque”, la cual hace referencia a una figura retórica que consiste en designar el todo por la parte. Un ejemplo de sinécdoque lo podemos encontrar en la expresión “esa madre tiene en casa cuatro bocas que alimentar”. Las “cuatro bocas que alimentar” (la parte) representan a los cuatro hijos que tiene la madre en casa (el todo).

De eso se trata, a grandes rasgos, la política: de que un grupo social determinado consiga que su interés particular (la parte) sea percibido y legitimado por el todo, como su propio interés. En otras palabras, la hegemonía es hacer universal lo que es particular. Es que una persona, un movimiento o un partido consoliden la idea de que su proyecto político es beneficioso para todos.

Por lo tanto, un análisis del supuesto colapso de la izquierda y el advenimiento de la restauración conservadora debe realizarse en este sentido, pues rehúye de la coyuntura electoral y se fija en las tensiones y negociaciones que ocurren en ese proceso de construir identificación y legitimidad.

Así las cosas, ¿Realmente, qué tan hegemónica ha sido la izquierda en la región?

Según la CEPAL, cerca de 94 millones de personas salieron de la pobreza y se incorporaron a la clase media de la región durante la última década en la cual había significativa mayoría de gobiernos de izquierda. Por ejemplo, entre 2003 y 2013 en Brasil 37.5 millones de personas dejaron de ser pobres y se convirtieron en clase media.

Sin embargo, todas estas personas no se convirtieron en lo que podríamos llamar una fuerza movilizadora del Partido de los Trabajadores. De hecho, buena parte de estas personas condenan las políticas de izquierdas porque, aun contando hoy con mejores ingresos que los de otras épocas, aspiran a algo mejor. Incluso, algunos dicen que se sienten pobres pero no en referencia a lo que tenían, sino a lo que aspiran. Dicen algunos economistas que esto tiene que ver con lo que se denomina prosperidad objetiva y pobreza subjetiva.

El escritor argentino Rafael Ton realiza una analogía con el popular personaje de Doña Florinda para explicar mejor lo anterior: es el pobre que surge y empieza a llamar chusma al resto, a pegarle a los pobres Don Ramones, a malcriar a sus hijos y, finalmente, votar por el capitalista encarnado en el Señor Barriga, el dueño de la vecindad.

Si el objetivo, por parte de la izquierda, es el de construir una sociedad menos arribista, menos consumista y más humanista, definitivamente aún quedan muchas tareas pendientes.

 

Latin American Post | Pedro Rojas Oliveros

Copy edited by Susana Cicchetto

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