Medio ambiente

Tres en uno: prosperidad económica, protección ambiental y desarrollo social

El corredor Chocó – Darién son 13.800 hectáreas de bosque primario a orillas del mar Caribe en Colombia protegidas por Cocomasur

En Acandí, un pequeño pueblo a orillas del mar Caribe en Colombia se encuentra el corredor Chocó – Darién, 13.800 hectáreas de bosque primario, selvas que se encuentran bajo la protección de las comunidades asentadas en esa zona y organizadas en el “Consejo Comunitario de las Comunidades Negras de la Cuenca del Río Tolo y la Zona Costera Sur”, más conocidos como Cocomasur.

A través de un laborioso proyecto de conservación, la asesoría del Fondo Acción y la firme decisión de varios líderes de la región, todos los miembros de Cocomasur decidieron garantizar la protección de su selva natal. Anteriormente estas 13.800 hectáreas eran un territorio baldío de la nación, pero a través de una resolución de adjudicación, el estado colombiano tituló colectivamente este territorio para que las comunidades negras de esta región del país, le dieran el uso que mejor les pareciera, en una figura de gobierno comunitario contemplada por la ley.

La decisión no fue fácil; las posibilidades que se abrían ante sus ojos eran la minería, la agricultura, la ganadería o la explotación de maderables y todas ellas implicaban talar el bosque, hogar de miles de especies animales y vegetales, garante de la calidad del aire, del suministro del agua y de muchos otros servicios ecosistémicos y ambientales. “Para muchos seguramente no fu fácil rechazar las posibilidades de ganar dinero a través de una actividad convencional como el ganado, la tala o la siembra de cultivos, pero tomamos la decisión comunitaria de proteger el bosque y ganar dinero a través de su conservación”, estas son las contundentes palabras de Everyldis Córdoba, líder de Cocomasur. Esta valiente mujer nacida en Peñaloza, un pequeño caserío aledaño a Acandí, ha sido víctima del desplazamiento de grupos armados ilegales dedicados al narcotráfico en la frontera con Panamá, pero en todas las ocasiones, gracias al amor y al arraigo por su tierra, retorna con más fuerza y voluntad de servicio comunitario.

Pero, ¿cómo lograr que la conservación de su bosque genere recursos económicos suficientes para el sostenimiento de los cuidadores del bosque? Esa es la pregunta que se empezaron a hacer todos cuando les fue planteada por primera vez la idea.

Mauricio Salazar Giraldo, Ingeniero Forestal y Coordinador Ambiental de Fondo Acción, ONG dedicada a prestar apoyo, asesoría y acompañamiento a este tipo de proyectos de desarrollo, comunitario manifiesta su satisfacción al explicar que la fórmula “es muy sencilla”. “Cuando logramos certificar que paramos la deforestación, que tenemos unos bonos de carbono para la venta en el mercado y los logramos vender en mercados nacionales o internacionales, traemos esos recursos a Cocomasur para generar empleo, salud y educación”.

La comunidad trabajó muy duro para obtener las certificaciones internacionales que le sirvieran de garantes para tranzar sus bonos de carbono en el mercado regulado o voluntario. “Este proyecto escogió los estándares más exigentes, porque queríamos medirnos de la forma más exigente posible y por eso escogimos el certificado VCS (Verified Carbon Standard) y lo que garantiza este certificado es que este proyecto fue supremamente juicioso en medir en carbono capturado y la deforestación evitada, es decir, cuando un comprador ve un bono de carbono del Corredor Chocó-Darién, puede estar seguro de que se redujo la emisión de esa tonelada de carbono a la atmósfera”, asegura Salazar Giraldo.

Pero no sólo trabajaron por conseguir el VCS, “también obtuvimos en CCB (Climate, Community and Biodiversity), porque la biodiversidad del tapón del Darién es inimaginable. Además demostramos que estas comunidades tienen unas características muy especiales, unos niveles de desarrollo muy ajos, pero unas potencialidades muy grandes. De esta manera, el crédito de carbono que alguien compra, que alguien apoya, tiene el certificado de que fue muy bien medido con el VCS y que apoya la comunidad con el CCB”.

Para Everyldis Córdoba es “sorprendente poder obtener recursos económicos destinados al desarrollo comunitario protegiendo el bosque, porque es un tema que no se conocía, en el que no se creía y en el que Colombia iba muy atrás cuando nosotros empezamos a creer que esa era una posibilidad”.

En Colombia recientemente se aprobó el impuesto al carbono, que grava las emisiones por la producción industrial y posteriormente se emitió un decreto de “carbono neutralidad”, que consiste en brindar la posibilidad al productor de no tener que pagarlo y en su lugar, debe conseguir la ‘carbononeutralidad’ que no es más que compensar lo emitido adquiriendo bonos de carbono. Mauricio Mira Pontón, director de la oficina de Mercados Verdes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en Colombia, dice que “hasta hace muy poco en Colombia no había reglamentación para lograr una compensación de la huella de carbono, pero con la expedición del decreto de ‘carbononeutralidad’, al cierre del 2017 se han negociado cerca de 23 millones de dólares en bonos de carbono que sustentan este tipo de iniciativas como Chocó-Darién, que son fundamentales para la captura de Gases de Efecto Invernadero y el freno a la deforestación”.

“Chocó-Darién en la frontera entre Panamá y Colombia demuestra que las comunidades organizadas pueden trazar sus iniciativas basadas en el concepto particular de desarrollo generando importantes ingresos económicos, generando bienestar social y protegiendo los recursos naturales, eso es sostenibilidad”, afirmó Mira Pontón.

 

Latin American Post | Alberto Castaño Camacho

Copy edited by Laura Rocha Rueda

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